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Hace pis antes de salir de cualquier lugar; “el síndrome de los que viven lejos”, dice, se conforma. Con el tiempo, la costumbre se fue extendiendo, antes de comer, antes de dormir, antes lavar la ropa, antes de lo que sea.

Piensa, también, que cuando junte tres de algo en un mismo día, tendrá que tomar una decisión importante. Por ejemplo, si saca el número 55 para que la atiendan y gasta $55, el próximo 55 la obligará a hacer algo.

Pringles, lee del colectivo; y al rato Gaby le cuenta que el hijo está viajando y está en Pringles. Al próximo deberá sacar un pasaje o mudarse. Nunca junta tres de nada.

Por eso se banca las mañas de taquito. Todo bien. Pero, ¿cuándo empezó a hablar sola? En el asado de Marcelo, Javi se dio cuenta y le dijo: Manuelita, ¿hablás sola?

Esa semana se dio permiso. Pero el sábado decidió parar.

Y no pudo. Ni bien se levantó contó tres, tres veces se pescó hablando sola. Eso no era tres de nada porque hablaba de distintas cosas, como si conversara con alguien.

Antes de las diez de la mañana, ya había hablado un montón. Decidió empezar el lunes, dejar de hablar sola el lunes. Como hace toda la gente decente.

Tampoco quiso salir el domingo, se le ocurrió que se le escaparía en la calle, que la mirarían raro en el mercado, en el colectivo.

Y dijo en voz alta, si me quedo siempre, no voy a andar haciendo pis por ahí, ni juntando tres. Y le dio gracia.

 

Autora: Silvia Fantozzi

Soy psicóloga y escribo.

Colaboro en revistas de la especialidad, literatura y periódicos.

Autora de los libros

Mujer, esa desconocida. Ensayo

Nicanora. Novela

Esta medida se agotó ayer. Ensayo

Coautora de Cuentos impuros. Cuentos

 

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