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Señas de lenguaje


El lienzo en blanco, sobre el atril de mi amplia mesa de trabajo, ocupa todo el mármol frío. Es su aniversario de gloria: durante un año me guiñó el ojo cuadrado donde supuse que escribiría algún día una gran obra de arte. Genuina. Pura. Porque lo cierto es que no sé dibujar más que palabras. O bosquejos que parten de las letras del abecedario.

Se cumplió un año de la amenaza, simulada por la pose de una transparencia para calcar. Por eso, escribo sobre superficies linderas al lienzo que puse ahí sin sopesar que nunca me saldría la pincelada perfecta, el trazo innovador y rupturista.

Quiero volver a la raíz imberbe de feto. Taparme los oídos y los ojos antes de llorar en el parto. Imaginar el lenguaje partido, las palabras con referencias nuevas e imprimirlas, triunfante, sobre la tabula rasa de la tela. Seguramente, una tela más pequeña que esta otra, que me ocupa y me obliga a trabajar con el lenguaje que me dieron y absorbí por distracción en la mesita del televisor o en la ratona cuya ubicación improvisé hasta que despejara la mesa de mármol blanco y frío.

Esta mañana, lo enfrenté con una estilográfica, y le propuse que lo olvidáramos todo. Lo pinté con seis palabras:

olvido, desmemoria,

ojo, blanco,

mantel,

insomnio.

Y, para que no quedara ni un rasguño en blanco, sobre lo blanco escribí:

"Blanco tu ojo de insomnio,

mantel desmemoriado,

cuadrado con agujeros

que me pide todo el olvido";

"Agujero cuadrado,

el ojo del olvido,

blanca desmemoria

en manteles de insomnio";

"Desmemoria, no hay olvido,

agujereado el blanco,

cuadrado el insomnio:

el mantel sobre el recuerdo";

"Cuatro lados agujereados,

el insomnio desmemoriado,

el mantel blanqueado:

el ojo consume recuerdo";

"Los ojos del mantel

me miran con insomnio,

espejo, desmemoria,

blancura porque no existo,

te olvidaré ahora

con una sola palabra blanca".

Completo, hasta el último ripio, el lienzo esperó unos segundos y se borró frente a mi sonrisa, como si llevara consigo el pincel cargado con un color caprichoso. ¿Creerá que el blanco es la suma absolutista de todos los colores y que yo no puedo aportar un color relativo que él no tenga?

Escribí ahora más rápido, pero otra cosa, porque había olvidado la precisión con que lo había llenado.

"Olvido. Tu ojo consume

la sangre del recuerdo.

Desmemoriado blanco,

te traje colores de insomnio

y un mantel estampado

para que escapen los pensamientos";

"Fugitiva de la memoria;

olvidado, el ojo se consume

con palabras que me arropan.

El cuerpo quiere írseme con las flores

del mantel que muere blanco

durante la muerte blanca del insomnio".

Poniéndose en blanco, me quitó la esperanza. Borrada, con el semblante apagado, me senté sobre el almohadón, frente a los renglones vacíos del cuaderno apoyado sobre la mesa ratona.

Reconstruida miles de veces en 30 años, casi la misma, escribí una poesía común y corriente de espaldas a la intransigencia altiva de un harapo que cierra los ojos y finge que sueña.

 

Autora: Gisela Vanesa Mancuso

Escribo hace muchos años poesía, narrativa, ensayos. He autoeditado varios libros, entre ellos, el poemario Mientras velaba que te quería y el ensayo (tesis) Septiembre sin p no es primavera. La construcción narrativa del acontecimiento autobiográfico. Soy redactora permanente de notas de opinión y crónicas literarias de dos periódicos zonales de edición impresa. Coordino talleres de escritura creativa y asisto en la redacción de textos.

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