Gisela Vanesa MancusoEl color del tiempoEn la mitad del patio se guarecen sombras de cadáveres estáticas. En el centro, a la nena, la alcanza el sosiego del mediodía. Lombrices...
Gisela Vanesa MancusoEl otro cielo azulNo parecía el cielo de Buenos Aires. A las 10 de la mañana las nubes, pocas y lejanas, formaban ligeros grumos, aisladas constelaciones...
Gisela Vanesa MancusoSeñas de lenguajeEl lienzo en blanco, sobre el atril de mi amplia mesa de trabajo, ocupa todo el mármol frío. Es su aniversario de gloria: durante un año...
Gisela Vanesa MancusoFundé Troyaa Fundé Troya. Enseguida ardía. El campo abre un sendero, entre espigas, cuando sueño. La guerra fue con armas literarias. Saqueé al...
Gisela Vanesa MancusoLa inmigranteEl rengo me quería. Cuando llegué al barrio, a la casa de mi nonno, me quería con locura, con brillo en los ojos y con un espanto...
Gisela Vanesa MancusoMerecimientosEsta vez los fines de Magnolia eran más altruistas. Se la conocía como veterinaria, aunque nunca había estudiado y ninguno de los...
Gisela Vanesa MancusoEl silencio según Roberta AndradeMe llamo Roberta Andrade; mi nombre artístico, Andra. Hace unos pocos meses, después de mil cuatrocientos sesenta días —durante los que...