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Ilustraciones y textos de Errante Clandestino


Vivimos a la expectativa de que alguien grite algo fuera de contexto, que su mirada sea una estrella fugaz, que nos ilumine el cráneo con algún pedazo de misterio, que nos haga reír con un recuerdo lluvioso, que nos despabile cada vez que a la rutina le hace falta una dosis de tempestad. Vivimos observando vidas para comprender como se debe vivir, deseando hallar una salida de emergencia para nuestros problemas o un manual. Porque sucede que la clase media nació castrada de maravillas y milagros, porque fue todo tan calculado que solo es cuestión de seguir el libreto y esperar. Pero en este panal de abejas con oficio, profesionales y obreras, también había zánganas, que miraron las flores con los ojos del arte o que decidieron no volar siguiendo las coordenadas de una reina. A esa gente, que tiene los ojos dormidos, las manos activas y la mente en el aire, les debo las gracias. Por ser mi hogar en este mundo de emociones indigentes, de pantallas felices y series mas masticadas que un chicle de menta. Esa gente que sangra sus poemas en las paredes de la ciudad, que escupen semillas en los corazones rotos, que ablandan la mirada metálica de la sociedad. A esa gente le debo mi cordura, mi salud mental y mi equilibrio.

Han sido las voces del desierto, los vagabundos del dharma y el señor de los venenos, los responsables de curar mis heridas como una enfermera que te atiende a larga distancia pero que sus inyecciones de todas formas te penetran satisfactoriamente el culo con su indescifrable verdad.




 

Textos e imágenes de Mauri López


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