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La erosión despelleja el suelo y extiende la lepra por la tierra.


El agua se evapora - el mar está vacío - solo es un osario de conchas.


Unos jardines de guijarros, de tierra rojiza..., un paladar por donde la serpiente patina.

Un tiempo de insomnio - que envejece- donde la muerte … está al acecho.


En algún lugar hay un árbol donde cuelga el esqueleto del viento,

donde silba música de lamento un planeta que agoniza.


Un árbol con buenas ramas llenas de espinas... ideal para secar los cuerpos

… solitarios.


En el que arde el futuro, en las piras del progreso económico, donde los pobres son ceniza,

en el tiempo de la devastación.


Las abejas obreras - moribundas - siguen alimentando a los zánganos en los enloquecidos zumbidos del enjambre.


La muerte hace sus abluciones en los sembrados: el grano se pudre, no germina.

La naturaleza dañada se duele. En los ojos anida la sombra que levanta oleajes de llamas.


Hemos engordado en las granjas un desastre obsceno, la desolada sombra desde donde partió la catástrofe.


La sequía inunda las ciudades …, la población se dispersa por los sumideros de la miseria que engendran los embriones de la peste.


El suelo se erosiona, los senderos se derriten en los llantos de polvo muerto.


Un gran delta de niebla sucia se adentra en los mares: que se degradan, los corales se vuelven de plástico. Los acantilados son de hormigón.


La tierra no tiene olor, las rosas las seca el asfalto. El polen se pudre en el aire. La lluvia no fecunda la simiente.


Los hielos se funden en los calientes fuegos del progreso. Algunos icebergs vagan por los por el chapapote de los viejos mares.


Las fuentes se secan y quedan infectadas por la aridez del olvido y los arroyos se quedan sin la paciencia del agua.


Los pájaros solo viajan, apáticos, por las llanuras sin horizontes, su vuelo extravió las rutas de las estaciones.


En los espacios vacíos de los viejos bosques, los tocones calcinados dejan cráteres como matrices muertas.


Los hinchados vientres de las nubes revientan en aguaceros devastadores, o pasan ligeras y vacías, durante siglos.

La ganancia con su violencia le cercenó la garganta a la tierra, le arrancó la lengua y le quitó la palabra …, solloza y gime por la muerte, que la persigue…, que se avecina.


Moriremos como los peces, buscando las últimas bocanadas entre restos de basuras, en las selvas de las cloacas.


Y se secarán nuestros huesos como sus espinas, bajo los inclementes rayos del sol negro, al que invocamos y traimos.


Pero antes tendremos sed, ¡mucha sed!


Una sed insaciable, una sed de cielos estrellados y limpios, una sed de verde colina, una sed de canto de ballena, de vuelo de pájaro..., y angustiosa … de agua.


Una aureola rojiza de fuego corona los amaneceres y levanta ventiscas que exterminan los días, azotando la tierra y arrasando la transparencia de la piel del aire.


Demonios malditos que en los despachos agitan estos vientos, aventando este infierno.


Pobres estupidos… que colaboráis y justificais…, ilusos que los padecéis, todos. ¡Malditos!


Ellos se quedarán con los últimos oasis, cuando al final los últimos refugiados se oculten en las dunas de ceniza…, en los bosques de huesos, en las entrañas podridas de las ciudades, en sus carcasas de acero, cristal, hormigón y miedo.


Cuando levantemos la mirada el tiempo se habrá hecho tan viejo …, que todos estaremos muertos.

¡Bien muertos!


 

Autor: José Antonio Borrego Suárez (Castilleja del Campo, Sevilla, 1963).


Autor de dos poemarios publicados, Donde habita la lagartija (2000) y Los libros del páramo (2001). Escribe, asimismo, en la revista Los papeles del caracol y en el blog de literatura: https://camposdelsur-literaturablog.blogspot.com/

Imagen de Iván Manrique


Nació el 22 de febrero de 1975 en la ciudad de Jáchal, San Juan. Cursa la Licenciatura en Artes Visuales de la facultad de Filosofía Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de San Juan, encontrándose en la instancia de Tesis de Licenciatura.


Desde muy joven ha incursionado en la pintura mural, participando en proyectos de producción individual y colectiva.


Su obra ha sido expuesta en el espacio Artify en muestra individual Archipiélago de adobe - Vestigios de Ischigualasto en el año 2020; en la Exposición Virtual Internacional Chabuca Granda Ministerio de Cultura de Perú 2020; y en Edificio Anexo Legislatura Provincial como obra permanente 2021 - 2023 junto a reconocidos artistas de San Juan.


Ha participado en diversas convocatorias como: Impulsarte 2019 de la Municipalidad de la Cuidad de San Juan en la que obtuvo el premio “Mención y Adquisición”; Premio Franklin Rawson a las Artes Visuales segunda edición como “Seleccionado”, diciembre 2021


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