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Agujereada en lo negro de las horas y otros poemas


Agujereada en lo negro de las horas

El frío no me deja respirar,

he fantaseado contigo

en lo inexistente de tu cuerpo estelar, lo que nadie ha escrito.

Camino hasta ti bajo la luz de la aurora,

podría desvanecerte en el tono rosado de mi pintalabios.

Son tus comisuras, los cuásares de la boca.

Mis ojos se agitan en la niebla,

he visto otra vida donde somos estrellas,

cúbreme en el desastre gravitatorio.

Nuestros cuerpos se rompen

sin una fuerza que frene la gravedad

como diamantes ciegos que chocan en la luz.

El cielo cae

¿Vamos por un café?

—Pregunté.

Fuimos tu y yo cruzando la noche

como dos polillas que buscan una estrella.

Sentados en aquel lugar

miramos como competían

las gotas a través de la ventana.

Somos dos perfectos extraños

—dijiste.

Apenas un susurro que retumbó aquí adentro

con el sonido de Deep Purple en mi mente,

te hiciste distante.

Mi piel fue papel que el frío quemó,

mientras tu imagen se perdió entre la gente.

La palabra

Persigo las mentiras

las asfixio cuando duermen,

atraviesan la espalda

y de la cicatriz nacen las alas.

Todo lo que necesito está en mis brazos.

La palabra es un águila rota,

un chillido desgarrando la carne.

Atada la verdad,

la contengo en la garganta,

desnuda de significado,

el sentimiento es más intenso.

Todo lo que necesito está en mis brazos.

La promesa no cumplida es un cuervo,

un graznido que inquieta la sangre.

Amantes cósmicos

I

El viaje espacial, la despedida. La mujer atesora un par de naranjas,

las acuna sobre un pedazo de algodón.

Bajo su ángel se encuentra el deseo un lucero reflejado en el mar que arde en el hielo

como su sortilegio ante un hombre.

II Él que como un dios,

urde para acariciarlas en la tenue obscuridad cuando brotan sus raíces.

El óxido en cada llama de sus ojos

trae en su armadura la destrucción y la tempestad del polvo.

III

Despegan juntos. Dos cuerpos que deambulan en un desierto del cosmos.

Caminan, conversan, bailan, se entrelazan. Una serie de coordenadas y espejismos que gravitan su pasión.

Tal vez vuelvan,

Con tantos años luz por recorrer, esta es una despedida.

La cuenta regresiva del final.

La puerta

Su corazón es una puerta,

Está cerrada.

Su silencio es un candado en las entrañas del portón.

La luz no entra por las rendijas.

Su error de no expresar los sentimientos

es una esquirla en los pies, que perfora y aniquila los pasos bajo el suelo.

Ha bloqueado la entrada.

¿Debería abrirla para ti?

El amor es el lobo,

es el éxtasis de la presa con los dientes enterrados su cuerpo ya no lucha y se entrega al aullido.

La esperanza es un ciervo.

Lo huele y se recuesta a su costado.

Lo que sienten, lo que saben los amantes, lo comparten en el encadenamiento de sus piernas.

Es la llave.

El líquido y oscuro cielo es atacado,

el sol alumbra.

La puerta está abierta.

 

Autora: Yaritza N. Ramírez Peña (Bogotá, Colombia; 1994). Bibliotecaria. Ha participado en talleres de escritura como Taller Distrital de Poesía Ciudad de Bogotá "Héctor Rojas Herazo" IDARTES y Taller de Creación Poética de Casa de Poesía Silva. Ha colaborado en la selección de poemas “Desde la luz preguntan por nosotros” de la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida

y Dos poemas de Mitología Antigua de Revista Virtual Quimera de Costa Rica

Enlaces personales:

Imagen de Egon Schiele

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