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Escarcha, la mala

Tengo la costumbre de verte a ojos cerrados

Mis dedos

Sobre algo que quema

Claramente lejos de tu cuerpo

Espuma

Vieja cicatriz del continente

Riega con piedad los cementerios de tus pueblos.

Estaca, la mala

Creo en la virtud de tus ojos

Quemándome vivo

Y en el recuerdo

La voz asesina

De tu pronunciación en la dial de una radio

Fugas y espesa

Condición de la muerte.

Tiemblan los arrecifes que desnutren la paciencia de la vida

Y se coronan los muertos, los suicidas uno a uno contemplando

Una escalera hacia abajo, los huesos quebrados

Y tú te miras

Y tú te quieres conocer

Y piensas que eres

El reflejo absurdo de tu cara en una taza con trementina

Pero algo ahí se mueve

Y se mueve la voluntad igual

Así como temblores que pronuncian

Años sin vida.

Escarcha, la mala

Intuyo que por ahí los viejos edificios fotografían leyendas

Y cualquiera, créeme

Puede ser la tibia espera

Así como el aullido

Algo que muerde las orejas.

Una ventana a punto de acudir a la súplica

Así de desesperado está el mundo

Las ferreterías jamás vendieron tantas sogas

Ni lenguas feroces lamiendo vitrinas

Las panaderías de lágrimas de azúcar sobre las masas

Y así

Llora el peluquero

Llora el camarero

Lloran los vigías.

Yo, me siento a lo lejos

Ya no quedan tantas lágrimas

Ni uñas

Ni media sonrisa.

Estaca, la mala

Deja la maldición en la lluvia

Allí donde se riegan

Los recuerdos del oriente

Y se asfixian

Una a una

Las colillas de algodón

De algún cigarro

Herido

Que insiste en despertar la estúpida pregunta

De las mañanas.

 

Autor: Juan Rudolffi

Pueden descargarse obras de este autor en la biblioteca de esta web: http://www.revistaextranasnoches.com/biblioteca

Imagen de Friedrich

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