El viento que no se va
Desde que éramos niños, padre siempre contaba que tenía un viento en el corazón. Nos decía también que ese viento era a la vez su espada y su salvación. Su espada, porque por mucho que se escondiese, el viento siempre conseguía encontrarlo, y sabía de cierto que algún día, cuando estuviese desprevenido haciendo equilibrios en el hilo de la vida, éste soplaría tan fuerte que se lo llevaría consigo. Su salvación, porque gracias a su impulso conseguía sentirse vivo y volar tan alto como sus alas le permitían, capturando el aroma de las horas y guardando la esencia de los instantes mágicos, como los que vivía a nuestro lado.
Siempre que sucedía algo extraño en casa o desaparecía cualquier cosa, todos echábamos la culpa al viento de papá, que lo revolvía todo a su paso. Nos acostumbramos tanto a su presencia que no lo oímos cuando comenzó a soplar más y más fuerte, pues para entonces el viento ya era nuestro amigo, uno más en nuestra familia que se sentaba con nosotros a la mesa, y nos acompañaba en nuestro caminar.
Recuerdo que una noche hubo una gran tormenta y el viento se puso pesado hasta hacernos rabiar. Yo estuve a punto de levantarme y decirle a papá que sujetase el suyo con fuerza no fuese a armar algún estropicio, pero tuve la cobardía de quedarme bajo las sábanas, contando los truenos que caían y rezando a Santa Bárbara para que cesase el temporal.
Por la mañana nos despertó el llanto de mamá. Mi hermano y yo corrimos hasta su habitación amedrentados y la vimos sentada en la cama, cubriéndose el rostro con las manos. El balcón estaba abierto, y una brisa suave y fresca entraba por todo el cuarto, pero no vimos a papá. Únicamente sus zapatos, negros y relucientes, al pie de la baranda, nos indicaban que esta vez había volado de verdad.
Autora: Manuela Vicente Fernández
(Viana del Bollo-Orense-España)Escribo cuentos y demás divagaciones desde que aprendí a coger el lápiz, pero comencé a publicar hace algunos años, en el vasto territorio de la red; de ahí pasé al papel en varias revistas y antologías. Formo parte del colectivo literario Valencia Escribe y he colaborado con uno de mis cuentos en el proyecto Sherezade (publicación on line que reúne cuentos de habla hispana de todo el mundo). Los personajes de mis cuentos, microrrelatos, y demás creaciones, me han dado alguna que otra alegría literaria al quedar finalista y obtener diversos premios y menciones en concursos literarios. Actualmente coordino el blog grupal de escritura creativa: www.nosotrasqueescribimos.blogspot.com.esy
publico habitualmente en mi blog www.lascosasqueescribo.wordpress.com