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Calcas en la piel


Mujer marchita que pasas por la vida sin mirar atrás,

dicen que repudies tus bochornos y demás.

A ti que caminas en el vacío de música añorada,

lamiendo gemidos mapeados en tu almohada,

déjame decirte que no eres presa en Alcatraz,

rompe tus cadenas y arráncate el disfraz.

Canas y arrugas calcaron senderos en tu piel,

y deletrean que a los mitos ya les puedes ser infiel.

Mujer madura, si ésa es tu bandera

reclama la humedad, que aún existe en tu ladera.

Suelta tu cabello y agita esa pelvis que calcina,

corea el canto ahogado, del orgasmo que se avecina.

 

Autora: Rufina Alejandro

Monterrey 1864. Cuando contrajo matrimonio, tenía 14 años y su esposo 34. Supo lo que era “burro en primavera” en reencarnaciones, conoció caballo en verano y decidió ser yegua libre eligiendo muy bien al jinete que la monte. De espíritu terco, exprimió cientos de próstatas transgeneracionales esperando llegar a la época actual. A través de estos años encapsuló historias que viene a contar. Soberbia, asegura que con sus letras incitará, que los moralistas toserán y que llegó para quedarse y ¿al qué no le guste?... ¡ahí está la puerta!

Imagen tomada de

Este texto es gentileza de Artis Nucleus

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