Lo que fue, nunca será más que olvido
Escarbo en la base del amor
y no hallo más que mugre seca,
como tierra impregnada bajo las uñas.
En sí, de eso se trata: de impregnarse
y de buscar en el amor el desperdicio que nos tapa.
¿Cómo conciliar, sino, la alegría
cuando la misma alegría pasa?
Toda felicidad se aleja para mostrarnos lo que no queremos ver.
Del buen momento a la amargura, hay un gesto.
Sinceridad, tal vez. O secretos.
De tanto en tanto, improvisamos pequeños juegos
en la constante necesidad de empezar de nuevo,
tal como lo fue un día, lejos de sentir otra cosa
que no sean inquietas mariposas en la panza.
Pero el fraude existe, y se llama amor.
Amor de conocernos, amor de encariñarnos,
amor de ahogarnos, amor para nada, resacoso, descartable, inservible.
Y la mugre seca o descompuesta brota
de las caricias y en las excusas; de pronto, también interminables.
Y la alegría pasa.
El acuerdo comienza a vestirse de cansancio
y la ilusión, una hoja que cae sin pena ni gloria; desapercibida.
Mientras, nos volvemos desconocidos e indiferentes.
Tanto así, que saboreamos el pasado condimentado por otros.
Siempre tarde en cuestiones de aprender.
La soledad –contraria definición de las metáforas que dicen y auguran-
refulge para alumbrar el final de un camino ya incierto,
que fue perdiendo recorrido y huellas.
Luego, sin apuros ni riesgos que nos alerten,
la duda termina siendo una fatal premonición:
ante ella, sabe uno cuánto ama. Y desprecia.
Autor: Amir Abdala
Yo, Amir Abdala, nací en Rojas, Prov. de Buenos Aires, en el año 1990. Escritor autodidacta, publiqué dos libros de poesía: “Hay un poema dormido, hay un poeta despierto” y “Lo único que pasa es lo que no se recupera” (ambas obras bajo el sello editorial “Imaginante”). Asimismo, cuento con una novela
titulada: “El vértigo de la felicidad” (Nidos de Vacas Ediciones). Al mismo tiempo, muchos de mis trabajos fueron premiados y publicados en revistas, concursos y antologías nacionales e internacionales, tanto en formato digital como en papel.
IG @_amirabdala