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La despedida


Es octubre. Ya no recuerdo la hora, no recuerdo su ropa ni la mía. Pero sé que es octubre. Dijimos que nos encontraríamos cerca de mi casa, me dijo que tal vez no tendría señal para avisarme nada, y yo intuía un desencuentro. Otro más. Uno de tantos. Pero no fue así. 


Ella estaba parada en la esquina de la Avenida. Llevaba una mochila que apoyó en el piso mientras se dedicaba a mirar la fachada del edificio. Sus ojos marrones brillaron debajo del sol de esa tarde, una tarde más que –supongo- también olvidaremos. Caminamos a la par. Nos tiramos en un parque lindero y charlamos hasta que atardeció. Sentí frío, y me pegué a la tierra tanto como pude. La observé de costado memorizando sus rasgos, reteniéndolos para siempre. No podría precisar de qué hablamos, tampoco importa. Nos despedimos en una esquina mientras esperábamos un taxi para que ella se fuera. 


Antes del final, el primer final: un abrazo de despedida. Las dos sabíamos que no volveríamos a vernos. Tal vez nunca. Mientras la abrazaba sentí su respiración sobre mi hombro. ¿Cómo podía mi deseo parecerse a un disparo? Volqué mi respiración algo agitada sobre ella para que la sintiera, le toqué la mano tan torpemente como me salió y volví a abrazarla. Qué era el deseo entre nosotras, si tan sólo teníamos eso: un abrazo tierno, inocente y ambiguo en medio de una Avenida transitada, sabiendo que no, que jamás, que nunca más.  


Algo brilló cuando todo estaba apagándose. Algo en esa esperanza que tiñe los finales de tristeza: esa forma de decirme que el deseo también puede ser esto; un final, un arrullo triste, un animal salvaje que agazapado nos respira.


 

Autora: Florencia Trueba


Nació en Buenos Aires, Argentina, en mayo de 1993. Desde temprana edad se sintió atraída por la lectura, y rápidamente comenzó a escribir cuentos y relatos breves. Posteriormente descubrió la poesía y asistió a diversos talleres literarios para aprender de las palabras de otrxs. Cursó estudios de Guión Cinematográfico y Literatura. Actualmente vive en el barrio de Parque Chas y continúa escribiendo.




Foto de Julio Colantoni

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