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Gaby la de la azotea (adelanto para degustación)


Complexión mediana y un tanto fornida. La piel nívea resaltaba con su pelo liso y obscuro, casi renegrido. Adela y Roberto eran sus hijos. Los de Gaby: la de la azotea.


En aquel complejo habitacional de todo había. Miles y miles de departamentos, navegando en un inmenso mar de edificios. Y como las olas del mar, existían grandes y chiquitos; los había también medianitos, como el mío, que era de siete pisos, aunque, existía uno más, un octavo piso: era el de la azotea. Allá, donde vivían ellas, las mujeres que, como Gaby, ayudaban a las otras mujeres, las que habitaban los departamentos. Una de ellas era la madre mía. Con diez hijos (no era esto muy común por aquellos defeños lares), era prácticamente imposible no requerir de alguna ayuda, y Gaby bajaba del cuarto de la azotea todos los días. Ayudaba a mi madre con la comida y los quehaceres.


Gaby era buena. Escuché varias veces su voz aguda gritándole a Adela para que bajara la bolsa de los centavos y de ahí comprar las botellas de leche, que ciertos días de la semana llevaba el lechero a repartir, edificio por edificio, entrada por entrada, departamento por departamento. Así es que ahí iba la pobre de Adela, corriendo escaleras arriba al cuarto de la azotea, no fuera a ser que su madre terminara dándole una buena reprimenda por hacerla esperar.


Ahora que pienso en Gaby, creo que me habría gustado darle las gracias; aunque fuera una sola vez, hubiera sido lo menos que podría yo haberle dicho, aunque ahora no sé a dónde habrán ido ella, Roberto o Adela… Y es que, luego del terremoto que vivimos, nuestro edificio quedó lastimado, casi en ruinas. Tuvieron que demolerlo, lo mismo que el cuarto de arriba, el cuarto de Gaby, la de la azotea.



 

Este texto forma parte de la plaquette Blue Velvet (fragmentos) publicada por Ediciones Frenéticxs Danzantes

Se puede encontrar en el Catálogo y se puede leer libremente en la Biblioteca.


Autora: Nancy Tamez


Es licenciada en derecho con maestría en derecho procesal; estudios en historia del arte, música y literatura.

Fue conductora y actriz de teatro y televisión en la década de los ochenta.

Obtuvo el reconocimiento y Mención Honorífica por su cuento “Ensoñación” en el concurso Cuento Corto Surrealista Leonora Carrington por parte del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey MARCO. 2019

Su relato “El sonido de las chachalacas”, fue seleccionado para formar parte de la antología Relatos de la cuarentena de La Casa del Libro UANL Y Tres Nubes Ediciones. 2020

Publicación en Amazon de la antología navideña “Relatos de navidades pasadas” con el cuento “Tacita de té” 2020

“Vagando por rumbos de mi morada” fue su texto ganador para publicarse en el diario español MUNDIARIO. 2020

Segundo lugar con el cuento “El viento” en el concurso Relatos de Terror 2019 de Cálamo Centro Literario, con quienes además ha participado en varias antologías de cuento, crónica y narrativa.

Fue miembro del Coro Sinfónico de Nuevo León del 2017 al 2020

Culte au béton brut (Culto al cemento en bruto), es su libro de género poético que resultó ganador para formar parte de la Colección Celosía de la UAC, Universidad Autónoma de Coahuila 2022.



El libro completo Blue Velvet está disponible en este enlace

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