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Carta desde el lugar que tiene frío


Este es un Libro de cartas que iré escribiendo cada vez que necesite de ti. Un Libro que espero que dure. Un Libro por ti y para ti. Un Libro para pensarte, para intentar no tocarte. Para que la brecha imposible en que los cuerpos llegan al límite de la cercanía nos mantenga suspendidos ante las páginas que aquí derrocho en palabras, desde uno de los besos que se tragan mi boca y que dejo vacía, porque mi boca me besa, mordiéndose, enroscándose sobre sí misma, sin dientes ya y sin lengua alguna, porque es mi boca la que llora un beso entre deseos babeantes, y que no permite que los labios toquen el borde de ninguna cosa, de ningún punto actual. Porque esto es un drama, porque yo soy un drama ante ti, una vergüenza, una tragedia tipo “Flashdance”... porque yo no lo sabía, pero las letras están hechas de algo que se parece a la sangre de las Mutaciones.


Una sangre que desconoce a la Muerte.


Porque la poesía se desliza junto a las sombras. La poesía se separa de las paredes junto a las sombras que han sucumbido ante los sentimientos perdidos. La melancolía sale desde el fondo de un día que huye bajo la forma de un Ula-Ula... desde el Boomerang. Sale la mañana corriendo desde el Cabaret, azotándolo todo con su rojo resplandor de lujuria moribunda. La poesía decae y se evapora a las doce del día, se evapora sobre el rostro de la mujer que se va despintando por las calles mientras camina, embarrando una servilleta contra lo que antes fue rubor en sus mejillas, avanzando por las calles mientras se alza a cada paso la medias, muy cerca de donde la comida sólo es un cadáver endurecido y mohoso a un lado del pavimento; junto a los riachuelos de la cloaca. Ahí también están los gritos que el metal de los automóviles escupen cuando chocan, y el pelo de las sirvientas, ondulante, debajo del Cristo de La Catedral. Sirvientas que conservan el rostro de las sombras. Gente tullida. Jóvenes ciegas que se persignan trazando líneas fluorescentes que se desvanecen sobre sus frentes. Como en los comerciales. Con efectos especiales.


Estoy seguro que necesito el Boggie Woogie.


“No creo que puedas estar enamorado de alguien que no conoces”.


¿Qué sentí hoy? El corazón me vibraba antes de llegar al Sanborn´s. Suspiré e intenté toser antes de entrar al restaurant. Ay, ojalá no me apeste la dentadura. Tal vez hoy logre besarla. Tal vez hoy logre tomarle de la mano. Tal vez... Tal vez hoy sepa quién es ella.


Y así iba yo, tratando de que no me atropellaran al cruzar las avenidas. Recordando el tamaño de tus senos, queriendo verlos de nuevo, apretados por el escote de la camisa de arcoíris que llevabas puesta cuando por primera vez nos enfrentamos, y esos ojos tuyos que me rogaban por que terminara con mi eclipse... Ahora tus brazos. Ahora tus pupilentes y tu gesto de She-Hulk...


“How can I love this girl if I´m not capable of composing music with my schlong?”.


Mis zapatos golpeando tus tenis debajo de la mesa. Y tú y yo pidiéndole a la señorita mesera que se digne a servirnos más café. Tus bolas cerebrales bajando hasta tus ojos. Tus bolas cerebrales haciendo que tus ojos den vueltas y vueltas, y muecas y muecas, cabello en supernova.


Brillando como [una] niña me preguntas por mi lunch y mi lonchera. Por el niño que esperaba que el futuro no doliera cuando Dios iniciara su Guerra. Y la soledad entre nosotros mientras te miro demasiado. Y los Fantasmas tocando sus violines con la piedad y el color del plástico. La tormenta del frío. Y yo con ganas de no lastimar a ningún ser de la Tierra cuando te veo sonreír. Pero las sombras llevan el compás del mediodía que termina. Y las sombras que disfrazan al cuchillo con la apariencia del espacio vacío.


“I don´t like when things start being tagged... Are you asking me to be with you... are you really asking me that? First I thought you were trying to challenge me into some kind of weird battle, shocking me, making me believe all your distortions...”


Las formas y sus contornos. Una cama roja donde observas el contorno de tu antebrazo pensando que en cualquier momento podrías matarte, suspirando tranquila, gozando, revolcándote lenta sobre las colchas que ya empiezan a desarreglarse.


A desangrarse.


-“Voy a preguntarte un error : ¿cómo puedo llegar hasta a ti?”.

-“Sí yo supiera la respuesta a eso, la Soledad ya no me arrastraría, ¿no crees?”

...Bizarra y El Robotito...

Cántame como Madonna... He aquí la fantasía en que me escuchas escribir...


Desde el instante más cursi de mi Escritura, Dublygoma,

Príncipe de La Oscuridad, Amsterdam, 2007



 

Autor: Adrian Dordelly


Escritor y artista conceptual mexicano (1974).

Adrián Dordelly estudió en la Escuela de Iniciación Artística de Bellas Artes [México] en los años 90. Ha escrito ensayo, cuento y un libro de psicología mística [Psicoanálisis de la Percepción/ DMI-5, 2022] a propósito de los estados alterados de consciencia alrededor del concepto de psicopatología.


Instagram @adrian_dordelly


Imagen de Natalia Nobile del libro XMISEXS

Se puede ver su obra en @xmisexs y el libro se consigue en @excitorial


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