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Bajo el nogal (adelanto para degustación)

Olvido



Hay un viento que corre desde el

lejano desierto, hasta esta antigua

puerta, a diario. Y yo no me percato.

El sol entra por estas ventanas.

En un trayecto cíclico, y yo no puedo

medirlo.

Hay una canción que se repite

eternamente en esta habitación

vacía, y yo soy solo, otro eco.

Hay redes que circulan a través de

este cuerpo, y yo no las percibo.

El gallo canta, los perros ladran, y yo

no conozco palabra alguna.

Los árboles se mecen suavemente,

murmurando el lenguaje de la

naturaleza, y yo no escucho.

Miles de organismos danzan en la

pureza de los colores y las formas, y

yo no los veo.


El tiempo pasa, la vida pasa, todo

pasa y me pasa, y yo me olvido.


Respiro, y me olvido que respiro.

Me alimento, y olvido el alimento.

Olvido que vivo.

Olvido que estoy muriendo.

Te olvido, y me olvido que te olvido.

Me olvido a mí misma,

y olvido que olvidé de nuevo.




Nada


Mira, hay una puerta que se abre y

se cierra, arrastrada por el viento.

Entra, sal, permanece en el umbral.

Cierra los ojos, de cualquier lado

hay nada.

Un velo cubre toda imagen, toda

idea, toda causa y consecuencia.

Eres el observador activo, el objeto

inerte y la visión distorsionada.

Eres el velo que cubre tu propio

rostro.

Eres el ojo encandilado por tu propia

luz.

Ven, no hay camino que lleve a

ningún lado.

Acércate a este cuerpo que es tu

mismo cuerpo.

Y déjalo ir.

No hay otro camino que la distancia

entre dos labios.

Los labios de los amantes que se

encuentran en el aire,

en el abrir y cerrar de una puerta

entre dos nadas.

El amante, nada.

El amado, nada.

El amor, nada.

Tú y yo, nada.

No hay destino, no hay escritura, no

hay palabras, no hay significados.

"El viento sopla y oyes su rumor"

es el idioma del vacío que te canta el

presente al oído.

Escucha, porque ya se ha ido, y en

su lugar, nada.

Mejor ven conmigo.

Allá donde todo es movimiento.

Allá donde todo es quietud.

Donde nada empieza y nada

termina.

Donde la puerta nunca deja de

abrirse.

Camina conmigo, ese sendero sin

meta.

Ese umbral suspendido en su propia

permanencia.

Donde la forma se expande en una

línea continua, hasta disolverse en la

nada.

Túnel cromático que desdobla las

posibilidades de lo finito y lo

infinito hacia dentro, hacia afuera,

hacia el fondo de la nada.


 

Este texto forma parte de la plaquette Bajo el nogal publicada por Ediciones Frenéticxs Danzantes

Se puede encontrar en el Catálogo y se puede leer libremente en la Biblioteca.


Autora: Camila Barragán

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