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Asfixiofilia


En la cálida intimidad del dormitorio,

yazco desnudo en frío lecho,

angustiado por la melancolía y ansiedad.

Mi corazón martirizado por un cilicio, espinoso y virtual,

aurículas y ventrículos agusanados de agonía,

hervidero sanguinolento de larvas perezosas:

atiborradas de tristeza purulenta,

duelos irresolutos (espectros de traumas de otrora),

cadáveres de rupturas amorosas, putrefactos e insepultos,

y heridas sin cicatrizar.

Jadeante, cual colibrí,

con una navaja me corto en el brazo izquierdo.

El dolor punzante es placentero

y el ardor exquisito.

Al contemplar, embelesado, la sangre fresca brotar

el carmesí fúlgido y la calidez viscosa me excitan sobremanera.

Sorbiéndola con frenesí

y embriagado por su exquisito sabor ferroso,

aferro mi verga flácida con la otra mano

y empiezo a pajearme con ardor.

La mano derecha, contorsionándose ágil por el tronco,

como bailarina de baile en barra.

Bajo el frote febril, los odres penianos llenándose de vino tinto

y un crescendo de gemidos, jadeos y chasquidos estremeciendo el silencio.

Entonces, justo antes de venirme,

me estrangulo con la mano libre

hasta casi desmayarme.

Tengo pocos segundos para potenciar mi orgasmo,

tengo pocos segundos…

antes de sumirme en la inconsciencia y muerte cerebral.

De la adolescencia a la adultez, siempre fui aficionado a los juegos riesgosos.

Yonqui empedernido

del chute adrenalínico de coquetear con la muerte,

maníaco de la euforia y excitación sexual.

La asfixiofilia es juego hedonista que me pone muy cachondo,

la asfixiofilia es droga dura y catalizadora del clímax,

la asfixiofilia es un satóri forzado,

es la conciencia plena.

Las musas de mis fantasías sexuales: Alexandra Snow, Rita Faltoyano

y Mistress T. materializándose en mi imaginario

y esperándome, ansiosas, para excitarme.

Tengo los ojos en blanco,

siento el escape sensual del alma, a través de la boca entreabierta,

seca y jadeante.

El aplastamiento lento de la tráquea, la respiración fatigosa

y sibilante, como tetera iracunda.

Percibo el zumbido de oídos y alucinaciones resplandecientes,

el hormigueo desentumecedor,

un agobio estremecedor,

el corazón desenfrenado, ardiente y atronador,

como estampida de mustangos.

Los pulmones al borde del colapso,

los espasmos agónicos,

las manos sudadas,

la muñeca dolorida,

la erección tenaz, como columna jónica

y la petite mort redentora, cual valquiria,

aguardándome siempre en el umbral.

Mi verga, lasciva y nervuda,

inflándose como resbaladizo pez globo.

La libido pulsátil, eclosionando del hipotálamo

y metamorfoseada en semen ígneo,

clamando libertad del crisol de mi pelvis,

ascendiendo, imperiosa, por la chimenea volcánica de mi pito titilante

y erupcionando, hirviente, por el cráter del glande,

purpúreo y tumefacto

como amatista bruñida.

El tacto,

ardiente y viscoso,

del semen derramándose en mi pubis trémulo,

cual lava voraz derritiendo un arbustal xerófilo,

me resucita a una euforia moribunda.

Ebrio de oxitocina, dopamina, serotonina y beta endorfina,

con las manos sudorosas y embadurnadas de esperma hialino

y, con los últimos estertores espasmódicos de mi verga,

laxa y expirante en campo de lava púbico,

sucumbo

de súbito

a la espiral viciosa de culpa, vergüenza

y contrición.


Santiago de los Caballeros de Mérida, 29 de septiembre de 2022



 

Autor: Vampirlykos (Maracaibo, Venezuela, 1972)


Escritor de splatterpunk, horror erótico, horror queer, poesía pornográfica, poesía grotesca, pornógrafo y vampirólogo. Colaboró con las antologías: Flores que sólo se abren de noche (La Tinta del Silencio, 2021), Filias (Unicornio Envenenado, 2022) y Los sueños del cuervo (Alas de cuervo, 2022). Publicó también en las revistas Rigor mortis (2021), Materia oscura (2022), The Wax (2022), Chile del terror (2022), Inéditos (2022) y Letras y demonios (2022). Es miembro del Manifiesto del terror latinoamericano, de Alas de cuervo. Desde 2014, reside en Santiago de los Caballeros de Mérida, Venezuela.


TW: @Vampirlykos

EM: vampirlykos@gmail.com

Imagen de Luis Caballero







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