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El profesor


Esa mañana se levanto media hora más tarde que de costumbre. Ordenó el pequeño departamento sin detalle. Miró por varios minutos la colección de libros que vestía una pared de lado a lado. Agarró los retratos de sus hijos y los besó en las mejillas. Salió del departamento con el saco sin la corbata y no alzó al gato que lo esperaba al borde de la escalera. Tomó el ascensor. Saludó a la encargada que le sonreía ¿Hoy sin corbata profesor? Hoy sin corbata. Llegó a la vereda, llamó al canillita con la mano, le pidió el diario y le dejó el vuelto. Caminó hasta el café, se sentó cerca de la ventana. Levantó la mano ante la mirada del mozo que estaba sirviendo en otra mesa. Miró la portada del diario. Unos minutos después colocó dos sobres de azúcar en la taza de café con leche, revolvió despacio mientras seguía mirando la portada del diario. El mozo se acerco. Vio profesor el 23 paro por tiempo indeterminado y la verdad que esto no da para más Acá las cosas van mal, el patrón está como loco A mí también me perjudica, menos mesas llenas, es menos propina El sueldo es bajo, a uno lo salva la propina Mire en los años que tengo nunca vi nada igual, ni con los milicos que la pasamos como el orto Encima la inseguridad El otro día mataron a un proveedor en la panadería, se resistió y ahí nomás le pegaron cuatro tiros Imagínese, yo tengo dos cagazos padre, uno que entren a afanar y me maten y el otro es que me rajen como me pasó en los 90 Sabe lo que me costó conseguir trabajo, hice de todo, peón de albañil, vendí arriba de los colectivos, en los pasos a nivel y vio los pibes eran chicos y morfan, son chicos pero morfan como gigantes, permiso profesor, me llaman del mostrador.

Mientras escuchaba ni siquiera pestañeó. Dejó la taza de café con leche por la mitad, no comió ni una medialuna, llamó al mozo y le dejó todo el dinero que tenía en la billetera, casi el último sueldo completo. ¡no! ¡profesor! ¡es mucho! Caminó por la vereda pensativo, miró el reloj, el primer timbre de entrada a clases ya habría sonado en el colegio. Caminó hasta la plaza y se sentó en un banco, era un paisaje extraño para él ver las palomas, a los ancianos tirando migas, el calor del sol en la cara también le era extraño, observó a la gente que cruzaba por las veredas en forma de estrella. No estaba a gusto. Tenía un nudo en la garganta. Se sentía perdido a escasos cientos de metros de su casa.

Caminó por Sarmiento hasta la próxima estación de subterráneo, bajó las escaleras, compró un boleto, cruzó el molinete, esa mañana no agarró su libro favorito, escuchó venir el tren, metió la mano en el bolsillo, sacó el telegrama, lo leyó otra vez. Miró el cartel que anunciaba arribo en 3 minutos, pensaba y pensaba, volvió a mirar el cartel que anunciaba arribo en un minuto treinta segundos, y llevó la cuenta regresiva. 89, 88, 87…59, 58, 57…25, 24, 23… 9, 8, 7…2, 1… El chillido de las ruedas de acero contra los rieles, El grito de una señora y el horror dibujado en la cara. Un tumulto. Siempre pasa algo. Justo tuvo que esperar este tren, pero ahora como llego a horario al trabajo, compartamos un taxi, sí va a ser mejor.

 

Autor: Emiliano Fidel

Formado como actor en la década del noventa en la meca del teatro de aquella época en el Barrio de San Telmo. Participando en obras teatrales del Teatro San Martín, El bululu, El teatrón, Escuelas de cine y en giras de proyectos propios con Obras como " El Sr Galindez" "Papá Querido" "Visita" "Equus" "Todo teatro actuar para vivir" hoy incursiono en la escritura de cuentos y relatos cortos.

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