La nada
demasiado asustado para actuar
demasiado tieso para levantar
demasiada espuma sobre el cristal
demasiado sobrio para continuar
demasiada presión en el globo ocular
ya no tengo ojos tengo estrellas
ya no tengo dinero para curitas
ya no tengo sopa para carnecita
no tengo nada que no quiera tener
no quiero nada que me haga bien
hace mucho tiempo tuve un amor
hace mucho tiempo tuve a Roma entre los dedos
hace mucho tiempo el tiempo no era un inconveniente
hace mucho tiempo los poetas me enviaban flores en
píxeles, desde lugares remotos cercanos a riachos
depresiones geográficas
los saqué cagando porque estuve triste mucho tiempo
y el tiempo se rió de mí con un diente de oro
con una cavidad carial en el centro de su luz
demasiado triste para no beber
demasiado pobre como para comprar
pienso en flores rotas que tuve en las yemas de
mis dedos y los puentes hermosísimos que quemé en el nombre
de un salvataje inminente que nunca llegó
este monstruo santo que me lame el culo
se acerca dos pasos, retrocede uno, se acicala la calva
se relame y va al costado hacia la cuneta de la vida
y su magnetismo me hechiza como un adolescente
mancebos y nínfulas de cían y finas falanges
oran ahí donde en mi balcón sopla un viento
que mece el cubre colchón de mi cama
y en la pared una grieta obscena y en su centro
veo carpas, tiendas, hambruna mental
los patios maternales que habrán de asirme cuando
llegue la hora prefijada.
Autor del texto y la imagen: Fernando Bocadillos