XXX[1][2]
Ya nos volveremos a encontrar
sabemos dónde no –me dijiste.
Y ahora cuando las papas arden
y las lluvias torrenciales
nos obligan a trabajar el doble
con ínfimos-efímeros resultados
cuando más debo
–pero no a ese ser ontológico que nos inventamos–
cuando más debo hacer
es cuando más ganas me dan, me darían
de estar ahí –en ese lugar,
aquí –en esta poesía.
Que la inspiración alcance para algo más
que dar paladas de barro enlodado para empujarlo
fuera de nuestros respiraderos
–porque eso urge, no hay dudas–
una inspiración grande que alcance para algo más
que rastrillar este barro en busca de descuidadas monedas, perdidas, de 5 ctvos
y alguna lombriz moribunda
una inspiración que me conecte con ese ser ontológico que yo me inventé
desde pequeña
que escribiría palabras eternas como torres o puentes
–que sabemos no son eternos si no se los cuida
si no se los reconstruye, deconstruye y sigue construyéndoselos–
palabras para darle sentido a la vida que se desparrama en paladas exiguas
y silencios condenados.
Ese ser ontológico como una diosa
entre otras dioses
que fabrican cosas eternas.
Ese lugar, que tenía nombre de cosa eterna también, incluso anterior a les dioses
y otro montón de pseudónimos para sobrevivir en el mundo terrenal,
ya no existencia pero quién sabe si no
nos volveremos a ver allí
algún día.
Porque las lluvias tampoco son eternas.
[1] Posible nombre para esta poesía (leer después de leer la poesía, ya que en realidad sólo refleja un aspecto de esta):
El aquí y ahora simultáneo
espejo en una poesía de un lugar que ya no está
poesía que no está siendo escrita
porque quien la escribe mira una película a oscuras
y da paladas exiguas en medio de la lluvia
y por ende no está escribiendo
no está pudiendo escribir
y el lugar ya no existencia
y sin embargo...
Podemos decir que el lugar ya no existe
aunque sabemos perfectamente que sigue existiendo
física y espiritualmente
sólo que el capitalismo y otras barbaridades
(también nuestras)
han separado el espíritu de la materia
y ahora el lugar existe pero está vacío
unos metros arriba de nuestras cabezas.
Nos separa una puerta con una cadena
tan fácil de romper
pero
…
el espíritu del lugar es un millón de poesías desparramadas
de canciones objetos cuadros videos recuerdos personas
nostalgias
lágrimas
más poesías un grupo de facebook un partido de fútbol una puerta con un escalón para sentarse del lado de afuera,
algo ilimitado
algo impredecible
un hábito de chasquear los dedos algunos tatuajes en tobillos pantorrillas brazos cuellos de personas, más personas
algunos esquejes –algunos secos, otros vivos y mojados–
una risa repentina
[2] Dedicada al mítico Pachamama
Autora: Anahí Ferreira
Nació a temprana edad. Escribió y editó los libros Máscara y Vacío (novela ficcional sobre la historia de Syd Barrett en Pink Floyd, 2001), Los intestinos inflamados (nouvelle con finales alternativos sobre adolescentes urbanos, 2014), La Identidad se escribe con H (novela vertiginosa y divertida a lo Copi, pero más sensibiliera y reflexiva, 2016), los libritos bolsillo de poesía La materia, el Trabajo, la Poesía (2013), Los dioses, los Amigos, la Familia, una Vevcina, el Anti-yo y algunos Divagues (2014), En viaje /La crisis y las luchadores /El vértigo de los pavimentos /Algo de la naturaleza (2018) y el libro-objeto cajita de cigarrillos Está por llover de la colección Poetas al vicio (2018), Ateo ediciones. Todos los demás fueron editados o co-editados por su propia editorial: Las Desenladrilladores, y otras editoriales amigas como Milena Caserola. Participó de la organización de la FLIA por nueve años. Está por terminar la carrera de Letras en la UBA. Algún día se va a morir.
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