top of page

Será que me fijo más o que por lo que sea, tengo ocasión de comprobarlo. El caso es que me ocurre con mucha gente que hasta que se enteran de que tengo una enfermedad mental, la relación es natural, y a partir de que lo saben, rehúyen cualquier tipo de contacto.

A la mala imagen de las personas con enfermedad mental contribuyen los medios de comunicación, la propia sociedad y muchas familias e incluso enfermos mentales que ocultan esa enfermedad como si fuese algo de lo que avergonzarse.

En el centro de rehabilitación psicosocial al que acudo he comprobado que muchos de mis compañeros tienen mucha más empatía que cantidad de personas "en su sano juicio", pese a las limitaciones que la enfermedad nos impone.

El desprecio puede disfrazarse de muchas formas y provenir de cualquier sector, incluyendo profesionales de todo tipo relacionados con la salud mental. Las nuevas hornadas ya se verá qué disposición tienen, aunque recuerdo que en una ocasión que tuve un ingreso psiquiátrico, me entrevistaron 8 estudiantes de psiquiatría con la dirección de un psiquiatra, y si bien algunos de ellos mostraban actitud de querer conocerme, la mitad de ellos sentí que me estaban juzgando.

La verdad es que si esta actitud se da en parte de los profesionales de cualquier escala dentro de la psiquiatría, y las familias y nosotros mismos nos empeñamos en ocultarlo como algo de que avergonzarnos, ¿qué podemos pedir al resto de la sociedad?

Lo del estigma me parecía un asunto, aunque real, bastante recurrente. Pero cada vez estoy más convencido que es necesario luchar contra esa discriminación, contra esas barreras mentales, empezando por los propios afectados y sus familias. Eso seguramente facilitará que el resto no nos vea con esas connotaciones negativas.

Y de los medios de comunicación qué puedo decir; pero si sus titulares sensacionalistas no vendiesen tanto, cambiarían de orientación.

La solución al problema pasa, pues, por la propia aceptación de la enfermedad, la "normalización" en lo distinto, y la naturalidad para, llegado el caso, hablar de ello. No ha sido fácil para las personas con este tipo de problema, convivir con él, por lo que he podido comprobar, pero la respuesta del entorno y la propia ocultación no hacen sino cerrar el círculo.

En otro tiempo se nos quemaba o se nos recluía de por vida. Las cosas han mejorado, aunque hay formas de violencia más sutiles, y de ellas no es ajeno el mundo que nos rodea.

 

Autor: Joaquín Casis

Imagen de Goya

bottom of page