top of page

No quiero estar solo estas Navidades, no es que me entusiasmen estas fiestas, pero soy poco sociable, en realidad soy antisocial. Lo que queda de mi familia no sé en qué cárcel para, pero, mi actual siquiatra me ha recomendado que me vendría bien estar acompañado. Me está durando bastante este galeno, para lo que me suelen durar… No se empeña como los anteriores en que tome las dichosas pastillas. Es partidario de que haga lo que más me guste, para él eso es la mejor terapia. No le he dicho lo que más me gusta porque no quiero “perjudicarle” todavía y como las pastillas no se empeña que las tome… Dice que estar con buenas compañías me puede sentar bien. De momento le respeto, que ya es un grado.

Pensé en secuestrar a dos “pavos”, no se rían, me refiero a dos personas, para que me hicieran compañía en “Nochebuena”, no perseveré con la idea, me imagino que se pondrían muy moñas y tendría que darles acero, no me motiva estos días utilizar mi “albaceteña” así porque así.

Entonces pensé en invitar a mi casa a dos conocidos, ¿amigos?, yo no diría tanto, lo dejo en buenos conocidos, pero creo que llegarán a serlo, me comprenden y tienen su gramo de locura. Hemos dado algunos “palos” juntos, son de ley. Vendrán con sus chicas.

Les explico. El “Jero” es un gitano de Ronda, todo arte, pura cepa, parece el “Curro Jiménez”, patilludo, digno de anuncio.

El otro que viene es el “Cuchillos”, un vallecano nacido en “La Cañada Real”, muy curtido desde que era joven, donde nació es necesario o no llegas a viejo, “coquero” hasta las trancas, bragado, fuerte como un toro, aguanta muy bien el enganche de la “farlopa” por lo gordo y grasoso que está, aunque algunas veces se le va la olla, pero en los curros, va limpio, es todo un profesional.

No haría falta que les diga por qué le llaman el “Cuchillos”, pero se lo digo. Trabajó en un Circo como lanzador de cuchillos, le iba bien, era bueno, pero se enrolló con la chica que hacía de diana en su espectáculo, estaba casada y estaba muy maciza. Un día la pava le dijo al marido que se pusiera de diana, fingió que estaba enferma. Cuando llegó el numerito de los cuchillos, y en plena función, le clavó al marido uno entre las cejas. Se montó un cirio morrocotudo, el Circo estaba lleno de niños, aquello, según cuenta, fue un aquelarre de sangre, gritos, histeria. El cabrón salió con pareja nueva, por toda la jeta, sin cargos. Se dictaminó por la autoridad competente, ¿competente?, que fue un hecho fortuito, un accidente.

Pero, el jefe, que conocía los amores del “Cuchillos” con la viuda no lo veía claro y los despidió a los dos. El menda se llevó la indemnización por accidente, una pasta, que el Circo pagó a la viuda-novia. Se pasaron unos días en Mallorca de puta madre y aun les queda guita. El “Cuchillos” dice que solo da los golpes con nosotros para no “amburguesarse”, eso le han dicho en el bar que está muy mal. No sabe lo que significa pero le da que bueno no debe ser. La pareja que trae es la viuda negra, llevan dos años juntos, parece que el “Cuchillos” mató al marido por amor del bueno, eso dice él, que por un polvo no lo hubiera hecho, que es cabal donde los haya y si hay que convertir a alguien en regadera, que sea por una buena causa, “filetear por filetear”, eso no está bien, eso decía.

A la menda del “Jero” no la conozco de nada, me ha dicho el gitano que es una tía de ley y si lo dice un gitano, así será. Llevan varios años juntos, éste va más a salto de mata, porque viven de los “palos” que va dando. Se vino de Sevilla porque la pasma lo tenía muy “enfilao” y se tuvo que abrir.

La cena está preparada, solo falta calentarla. Me la preparó la mujer del “Garbanzos”, el dueño de la tascucha del barrio, siempre está muy guarra, con mucha mierda, como el marido, pero cocinan muy bien. Le dije, que me preparara lo típico de “Nochebuena”, me ha hecho cocido, cordero asado, por dinero que no sea, beberemos champán del bueno, uno de su pueblo, muy dulcecito y que entra muy bien, vino de la casa y dos botellas de “Fundador” que es lo que beben los invitados. Para las chicas, ya subiremos lo que les apetezca. Al “Garbanzos”, le puse la “albaceteña” en el cuello y le dije, ““Garbanzos”, como no esté todo bueno de la hostia, lo próximo que irá al horno será tu cabeza”. Creo que le convencí, todo huele muy bien. A la hora exacta llegaron todos, nos dimos abrazos, besos y todo lo que se lleva en esas fiestas, mientras las chicas calentaban la comida y sacaban jamón y queso, el “Jero” me hizo un aparte y me dijo algo en el oído. “Me encanta la idea”, contesté, y nos juntamos con los demás.

La cena resultó un éxito, el “Garbanzos” cumplió y se comieron hasta los huesos del cordero. Las chicas se pusieron hasta el culo con el champán. Después de la cena la “coca” no faltó, yo no tomo, por lo que pueda pasar. Cuando la probé, me disloca el coco y me pongo chungo. Una vez salí corriendo detrás de un cura, porque creía que era un cuervo, le quería cortar el gañote, tuvo suerte, corría que daba gusto y me cansé. Estaba en eso pensando cuando el “Jero” nos dijo:

─Pablo, “Cuchillos”, vámonos a la “Misa del Gallo” y acabamos como Dios manda la “Nochebuena”.

El “Cuchillos” me miró extrañado, yo asentí con la cabeza y cogiendo las herramientas que siempre tenemos en mi casa nos fuimos. Las chicas se sorprendieron, pero conociendo el percal, decidieron que las preguntas, a la vuelta.

En la calle, el “Cuchillos” nos preguntó de qué iba el rollo del “Gallo”. El “Jero” le comentó que a unos minutos en “buga” se había enterado que había una Iglesia del Opus, gente de pasta, con “segurata” en la puerta, que oían la “Misa del Gallo”, todos “engalanaos” y con pelas, porque luego se iban de fiesta. No hizo falta darle más explicaciones, solo dijo, “pues a la “Misa del Pollo”. En el “buga” del “Jero”, en menos de cinco minutos estábamos en la Iglesia. Aparcamos tras unos árboles y con las herramientas ocultas bajo los abrigos íbamos para la faena. Al llegar al pie de la escalinata que daba al atrio, estaba muy “plantao” un segurata, “empistolao”, como un pincel, rocoso parecía. Antes de subir las escaleras, nos dijo con voz engolada que no le iba con su facha, que no siguiéramos, la Misa era privada y no podíamos entrar. Yo, que soy de largo el más leído, le dije que a la “Casa del Señor” no se le puede negar el paso a nadie. Empezamos a subir. El menda dijo que paráramos quietos o repartía hierro, que tenia “pa tos”. Nosotros como si cantara “que bonita es Barcelona", ni caso, seguíamos subiendo. Estábamos a tres escalones del chiquillo cuando se llevó la mano a la funda para sacar el revólver, mientras decía, “ya os he “avisao”, cuando tenía la “fusca” en la mano, también tenía mi “albaceteña” en el ojo, hasta el seso, cayó redondo, sin decir ni pío. Le cogí la pipa, ya tenía “Papá Noel”. Abrimos las puertas de golpe, haciendo ruido y gritando, “esto es un atraco, todos calladitos que somos muy delicados y nos asusta el griterío”. A la vez, disparé dos tiros con mi pipa nueva al techo, para intimidar al personal. En la calle estaban tirando petardos y ni notarse los disparos nuestros. La sorpresa de los “señoritingos” fue de traca, pero uno de ellos, con pinta de director de algo, salió a nuestro encuentro diciendo, “que aquello era la Casa del Señor”, otra vez la dichosa cantinela, “que saliéramos antes de que llamara a la policía”. Cayó al suelo con un puñal del Cuchillos entre ceja y ceja, su estilo… sublime, a la par que delicado. Más gritos, más disparos, “si no quieren acompañar a este pollo a la presencia del Señor, todos calladitos o harán cola ante San Pedro”. Silencio. El cura bajó del altar, iba a decir algo, el “Jero” le apuntó, decidió que era pronto para presentarse ante el Señor. El “Cuchillos” se quedó en la puerta, el “Jero” y yo desde el altar les dijimos que prepararan todo lo de valor que tuvieran, que pasaríamos colecta. Si eran buenos cristianos, que no fueran tacaños o llegarían antes que nadie al cielo. Los móviles también, pero si alguien lo utiliza… Como ejemplo de nuestra seriedad profesional le rompí las muelas a una “señorona” que cayó en redondo, medio “alelá”. ¡Qué poco aguantan estos finolis! Cogimos las canastas para la colecta y fila por fila, aquello era el maná. Carteras, anillos, pulseras, el peor reloj, un “Rolex”. No cabía todo en las cestas, le quitamos unos bolsos grandes a las señoronas, de esos que cabe un quintal, y seguimos. El acojono de los fieles era total, hasta nos dieron los mocos del canguelo que tenían. Cuando llegamos al final de la bancada, todos habían contribuido de muy buena gana, el “Jero”, como solía, para aliviar la espantada, le pegó un tiro en la pierna a un tiparraco que iba vestido de camarero de boda, cayó en redondo, maullando, sangrando, ¡qué poco aguanta la peña!, mientras la gente se acercaba a socorrerlo, eran buenos cristianos, nos abrimos, atrancamos la puerta desde fuera con un portavelas gigante y sin prisas cogimos el buga para volver a la cena, ya habíamos estado en la “Misa del Pavo”, por cierto fue mi primera vez.

Llegamos a casa, las chicas se alegraron, pensaron que nos habíamos ido de putas, pero al volcar en mi cama los bolsos, saltaban de alegría, más aun cuando les dijimos que cogieran la joya que quisieran, que se lo traía “Papá Noel”. Mientras contábamos la guita y repartíamos las joyas, las chicas empezaron a cantar villancicos, el “Jero y el Cuchillos” se les unieron, mal lo hacían, pero era Navidad. Yo no canté, lo hago aun peor. Para seguir la fiesta llamé al “Garbanzos” para pedirle que trajera más champán, de la puerta no le dejé pasar, era guarro pero muy largo. Le di cien europeos de propina, el muy servil casi me babosea los zapatos. Cuando por fin repartimos la colecta, rentable nos salió el “palo”, acabamos las copas, me hice hasta un “tirito”, y se acercó el clarear del día.

Entre besos, abrazos y todo lo que la “Navidad” con su cursilería procura, aunque el alcohol, la “farlopa” y la colecta repartida también ayudaron, nos despedimos. Aprovechamos para concertar la “Nochevieja” en casa del “Cuchillos”, que tiene un chaletito muy apañado cerca de Madrid. De paso, preguntó si también había “Misa del Pavo”, el “Jero” le dijo que no, pero había muchas fiestas privadas de elegantes ricachones ansiosos de compartir con los pobres sus riquezas. Todos nos emocionamos.

Después de todo, voy a dejar vivir a este siquiatra hasta el año que viene, por lo menos, me lo he pasado muy bien. A lo mejor me está resultando positivo el tratamiento del galeno. O será que me estoy ablandando, quizás la “Misa del Gallo” me vino bien… Será que es Navidad, no lo tengo claro, se lo preguntaré a mi galeno.

 

Autor: Francisco Juan Barata Bausach (Valencia, España)

Me llamo Francisco Juan Barata Bausach, no soy escritor, solo estoy aprendiendo a escribir. Un tipo mayor, ya con 66 años, que nunca antes había escrito literatura. Resulta que en Mayo del año de la corrupción (2014), me da por empezar a escribir, bueno a intentar hacer literatura. Escribo porque me gusta, lo he descubierto tarde, pero ahora me apasiona. En eso estoy desde entonces, escribiendo, relatos de momento, venero las novelas, pero aun me vienen grandes. Hasta la fecha, he literado muchos relatos, más de 1.500 y concursado en muchos certámenes, me parece una buena forma de practicar y aprender. Lo conseguido hasta la fecha, más de trescientas cincuenta meritaciones de diferente nivel, me confirman que muy malo no soy.

bottom of page