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Amistades líquidas


Nunca he sido una persona que encaja bien con los demás. No es que sea un subnormal o algo. Sino que, soy visto como alguien demasiado tímido o extravagante. O como un egocéntrico o un estúpido. En la vida moderna no hay puntos medios. Bueno o malo. Bonito o feo. Blanco o negro. Amigos o enemigos. Pasión o indiferencia. Amor u odio. Trabajador u holgazán. Derecha o izquierda. Ya saben a lo que me refiero. Este pensamiento dicotómico nos está regresando a la época primitiva. Somos una especie de nuevos cavernícolas. Solo que ellos vivían en ese contexto. Nosotros solo estamos involucionando. La bendita tecnología nos ha permitido vivir en un espejismo de superioridad.

Yo solo hago lo que quiero. Si me parece correcto y no dañaré a nadie con mi acción, es la única justificación que necesito. Lamentablemente esto no funciona para todos. El sentido de la vida para muchas personas se basa en estar criticando todo aquello que no les parece adecuado. Siempre me han parecido personas deprimentes porque gastan su vida sin poder hacer algo para ellos mismos. Con el tiempo aprendí a dejarle de tomar importancia a las múltiples trivialidades de la vida.

Para ser alguien que no encajaba en ningún círculo social tenía una cantidad significativa de amigos. O como yo los llamo, personas que solicitan mi compañía cuando no quieren estar solas. Siempre he sido abierto a todo. Así que usualmente acepto cualquier propuesta, fuese de quien fuese. Porque eso es, en realidad no mantengo una comunicación constante con nadie. Solo con muy pocos y con ellos no necesito hablar porque nos comunicamos telepáticamente.

Uno de ellos es mi gran amigo Alen. Estaba lo suficientemente loco como para que nuestra amistad fuera real. Me apoyaba cuando le contaba sobre mis ideas utópicas y yo siempre lo seguía a cualquier fiesta que me invitara, las cuales solían terminar en un desastre ocasionado por el gran Alen. Es un buen chico; honesto, simpático y leal como pocos, pero con una sed insaciable de fiesta o desmadre. No es que yo sea un santo, pero soy una persona bastante normal. Ya saben, respiro, como, trabajo. Me gustan las rutinas. Nos conocimos por casualidad cuando entramos a trabajar a la misma empresa. Nos alquilaban departamentos comunitarios y él fue el primero con el que tuve contacto. No fue necesaria toda esa aburrida plática rompehielos introductoria. Alen fue directo al grano, me invito a tomar. Eso fue lo único necesario para crear este lazo de amistad que hoy tenemos. Se dice comúnmente que en la peda se saca lo mejor y peor de uno. Y vaya que lo hace. He escuchado en incontables ocasiones a mis conocidos justificar sus barbaridades en el alcohol. Como cuando Josué me dijo que solo le pegaba a su esposa cuando bebía, pero la amaba incondicionalmente. O como cuando María lloraba mientras me decía que solo le había sido infiel a su esposo porque no pudo controlar su estado de ebriedad. O como cuando Pedro y Pablo decidieron que sería una buena idea robarse un carro que estaba estacionado fuera del bar. Yo solo los escucho a todos, en ocasiones doy algunas palabras que resultarán inútiles, ni siquiera pueden reconocer su propia estupidez. Pero Alen era diferente. Siempre era el mismo, exceptuando por la euforia y el ocasional sentimiento de inmortalidad que lo llevaban a cometer actos risibles. Al día siguiente le recordaba todas las estupideces que había hecho. Nunca trataba de justificarse, reconocía que en ocasiones se pasaba del límite. A veces, hasta se sentía orgulloso de aquellas hazañas.

Pasamos seis meses compartiendo departamento. Después se consiguió una novia China que lo ayudo a saciar su sed de fiesta, solo un poco. Yo encontré un nuevo trabajo y me mudaría a un departamento más cerca de este.

Como era típico de Alen, quería festejar a lo grande cualquier situación o evento.

Sábado por la mañana, sugiere que vayamos a comprar los ingredientes para que su novia, Lin nos prepare el desayuno. Optamos por un desayuno occidental. Alen se pone de pie mientras desayunamos y toma 3 cervezas del refrigerador. Tenemos que brindar por tu nuevo trabajo. ¡Te irá mucho mejor ahora! y por fin nos darás algo de privacidad. Solo falta que te consigas una buena noviecita – dice. Tengo unas amigas que les gustaría conocerte – dice Lin. No tengo nada que agregar a sus buenos deseos, así que levanto mi cerveza y brindamos.

Uno de los mayores retos para el ser moderno es poder tomarse solo un par de cervezas, tragos, copas, etc. sin que termine en una borrachera letal. El espectro de la dicotomía hacia su acto de presencia nuevamente. Sobriedad vs ebriedad. No hay puntos medios. Al terminarnos el doce pensé que sería buena idea empezar a mudarme. Le pido ayuda a Alen, pero para entonces el solo quería seguir tomando. Aunque no está ebrio, lo que más le gustaría hacer en este momento es solo seguir pasándola bien. Es inútil debatir en estos casos. Es imposible combatir contra la convicción del hedonismo. Lin llama a Alen gritando desde su recámara. Se lo que eso significa. S e x o. El macho alfa responde animado a los aullidos de su cónyuge. Su reacción me hace recordar a cuando en Navidad recibía la nueva consola. Olvido la nostalgia y entro en modo de pánico urgente. Alen entró al cuarto con Lin. Es divertido contar cuantas nalgadas le dará esta vez cuando estoy con amigos pasando el rato en la sala. Cuando estoy solo es enfermo. Aunque natural; prefiero ponerme mis audífonos con reducción de ruido para evitar hasta el más mínimo detalle. Me tomo la media que Alen no se terminó y comienzo a empacar todas mis pertenencias mientras que Juan Cirerol me dice que: Parece hoy, pero no es hoy, tengo mucho que hacer. Tengo 20 pesos que me regalaron ayer. A ver si ahora si te pones a hacer algo de provecho. Las cenizas no es un buen pasatiempo. Al terminar de empacar mis cosas, Lin me espera sonriente con un shot de tequila, a su lado esta Alen sosteniendo un caballito esperando chocarlo contra el mío para poder beberlo satisfactoriamente. Arriba, abajo, al centro y pa' dentro... Salud!

Salimos al bulevar para conseguir un taxi. Deciden acompañarme a conocer mi nuevo hogar. La celebración continúa. Paramos en un 7eleven, compramos otro doce y buscamos mi habitación. Piso 28. Habitación 2804. Al entrar me espera la que será mi nueva compañera de departamento. Que tal, soy Jina - se presenta amablemente. Me presento junto a mis invitados. Es un agradable lugar. Lin comienza a platicar con Jina mientras que Alen me acompaña al cual será mi cuarto. Qué buena compañera tienes, maldito suertudo. Tienes que hacerla tuya cabrón. – dice. Estaría chingón hacer un trío. – añade. Lo escucho y dejo mis cosas en el piso. Nos unimos con Jina y Lin. Alen le ofrece una media a cada quien. ¡Cuidado con este cabrón! – le advierte a Jina al entregarle la suya. No te preocupes, todo tranquilo conmigo. – respondo. Ya que lo conozcas verás – complementa. Le lanzo una mirada fija. Entiende que es momento de cambiar la conversación. ¿Y tienes algún plan para hoy? Digo, es sábado. – pregunta a Jina. Ese es Alen. No importa nada. ¿Para qué conocerse? Si puede hacerlo en alguna fiesta. De hecho, visitaré a unos amigos. Tengo tiempo sin verlos. – responde.

¿Podemos ir? – pregunta entusiasmado. Les preguntaré si puedo invitar a alguien. Supongo que sí. – responde Jina con buena actitud. ¡Basta Alen! recuerda que dijiste que hoy iríamos al cine. – dice Lin indignada. Podemos ir cualquier día Lin, pero no todos los días Unai se muda. ¿Te das cuenta que ya no vivirá con nosotros? – le dice. Aunque no está convencida, no responde. Esta es la octava vez desde que son pareja que me usa de pretexto para continuar en la fiesta. Una victoria más, esta es un poco más merecida. Para evitar un silencio incómodo propongo otro brindis. ¡Por las cosas que vienen! – digo repentinamente. ¡Salud! – coreamos al chocar nuestras bebidas. Mis amigos dicen que son bienvenidos. – nos dice Jina al finalizar.Movemos nuestro cuerpo al ritmo de Kavinsky. Se nos terminó la cheve – dice Alen preocupado. Tengo una botella de vodka en la cocina. – responde Jina.

Nos prepara un cóctel de vodka con jugo de naranja. Lin encarga un par de pizzas a domicilio. La música continúa contagiándonos de buen humor. Alen invita un shot al repartidor. Comemos pizza. Empieza la faceta de inmortalidad.

Lin corre hacia el baño a vomitar. Nos dice que se siente mal, quiere regresar a casa. Se está haciendo tarde chicos, creo que es tiempo de ir con mis amigos. – Dice inoportunamente Jina. Está bien, dejaremos a Lin y te alcanzaremos más tarde. ¿Vamos Unai? – responde Alen. ¿Por qué debería ir con ellos? A mi parecer debería quedarse con Lin en casa. Intercambio números con Jina para que me mande la dirección. Nos vemos más tarde – digo.

Llegamos por un par de misiles al 7eleven, después subimos a Lin al taxi mientras lucha por componerse. Nos dice el conductor que no podemos beber en el carro. Hacemos caso omiso y Alen comienza a gritarle al taxista. Le digo pido que se calle y me disculpo con el chofer. Aunque es un buen amigo cuando se pone en modo bestia es incontrolable. Al llegar al departamento Alen acuesta a Lin en su cama. Le deja todo lo necesario para su supervivencia a corto alcance, toma algo de dinero, besa la frente de su amada y le dice que volverá pronto.

Le marco a Jina porque no podemos encontrar el departamento. Alen decide ir a comprar otro doce mientras yo espero a que Jina venga.

Él es Unai y él es su amigo, ¿Cómo te llamas?– nos introduce. Soy Alen. ¿Dónde pongo la cheve? – responde. Le indican con una seña el refrigerador. Estamos jugando ponte pedo. ¿Quieren jugar? – nos pregunta Chen, uno de los dueños del departamento. A su lado esta Sydney, su compañero. Nos unimos al juego.

Nos sentamos en círculo alrededor de la mesa de la sala. Hay un buen ambiente, Jina me mira fijamente por ratos prolongados, Chen, Sydney y Alen se divierten hablando de cosas que no he prestado atención. Es hora de jugar verdad o reto - dice Jina animada. Sydney nos prepara un shot de Jaggermeister. Odio esta porquería - dice Alen. ¿Pero qué dices? Si nos tomamos una botella completa ayer - le respondo. No estoy de humor para este shot - responde. A Sydney no le agrado su respuesta. El resto brindamos y tomamos el shot. Alen tiro el shot al piso, cayó sobre la alfombra blanca de seda. ¿Jina, que le pasa a tu amigo? - pregunta Chen. Jina me mira con cara dubitativa. Discúlpenlo, ya se está poniendo borracho - intercedo por él. Qué poco aguanta - añade Syd. Alen lo mira fijamente con ganas de estrangularlo.

No la cagues pendejo. Quiero quedar bien con Jina - le susurro al oído. Hay que empezar a jugar pues, déjense de estupideces - sugiere Jina.

Sydney gira la botella en el centro de la mesa. ¿Verdad o reto? - pregunta a Jina. Reto, no pueden saber mi verdadera identidad. - responde sonriente. Besa a Chen. Jina se pone de pie sin dudarlo y comienzan a besarse apasionadamente. Maldito bastardo suertudo. Jina gira la botella. ¿Verdad o reto? - me pregunta. Verdad. ¿Dónde ha sido el lugar más extraño dónde has tenido sexo? - me dice con atrevimiento. Mmm, creo que fue en el cine porque nos descubrieron. - respondo. Todos se ríen. ¿A quién se le ocurre hacerlo en el cine? - pregunta Chen. No lo sé, no nos detuvimos a pensarlo y solo lo hicimos - respondo. Nos percatamos que Alen lleva dormido un buen rato. Trato de despertarlo, es inútil. Nos reímos y continuamos. Giro la botella. ¿Verdad o reto? - pregunto a Chen. Reto. - responde. Toma un shot por cada persona que está jugando. Chen me mira con desprecio, pero lo hace. Jina me sugiere que no sea tan agresivo con mis retos. No respondo. Chen gira la botella. ¿Verdad o reto? - pregunta a Alen que se va despertando. Le doy un shot antes de que responda. Se lo toma y responde que quiere reto. Dale un beso en la mejilla a Sydney - lo reta con malicia. No voy a besar a ese puto negro - responde. Un minuto de silencio. Solo está bromeando, ¿verdad Alen? dale un beso amistoso a Syd - dice Jina. Está bien - responde de mala gana. Se acerca a Sydney con intención de besarlo, pero le suelta un puñetazo. Sydney se pone de pie en guardia. Me interpongo entre los dos y agarro a Alen. ¿Qué estás haciendo estúpido? - le pregunto. ¿Quieres que bese a este puto negro de mierda? ¿Crees que soy un maricon? - grita. Es solo un juego pendejo. - lo intento hacer entrar en razón. Sydney intenta golpearlo, pero Jina y Chen lo detienen. Tomo a Alen y lo llevo al comedor. Unai, no me digas que estás de su lado. Tú lo viste todo, querían que besara a ese simio. - me dice histérico. Sabes que siempre estoy de tu lado, pero esto no tiene sentido. - le respondo honestamente. Todo estaba bien hasta que enloqueciste. Te hubieras negado o te hubieras quedado dormido. - añado. No puedo creerlo, pensé que éramos hermanos. Puto traidor - me dice. Sé que nada de lo que diga servirá para calmarlo. Me subo a la mesa del comedor, me bajo la bragueta y comienzo a orinar. Alen se ríe a carcajadas. Ese es mi hermano. - me anima. Termino, me bajo de la mesa y acompaño a Alen a tomar un taxi.

Regreso a la habitación. Nadie se ha percatado lo que ha sucedido en el comedor. Me preguntan por Alen y respondo que está bien, en camino a casa.

Cuando se terminan las cervezas, se termina la fiesta. En una amistad cuando se descubre quién es quién realmente se toma una decisión.

Esa fue la última vez que lo miré.

 

Autor: Alexis Martínez Félix (Mexicali, 1995).

Migrante y errante. Estudiante de la Escuela de la Vida. Ha sido becario del Festival Cultural Interfaz ISSSTE-Cultura/Los Signos en Rotación. Textos suyos aparecen en diversas revistas impresas y digitales. Autor del libro de poesía Sobre Vivir en el Desierto.

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Imagen The infinite recognition, 1963, Rene Magritte.

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