El soborno de los dioses
Sola. Al fondo del bar. Vaqueros azules. Camiseta negra. Reflejada en un espejo. Con ojeras. Tu último fichaje no te duró un asalto. Lloras sobre una cerveza. Como aquella birra amarga que tomé una noche. Hace mucho de aquello. Un lazo blanco sobre tu cabello rubio. Y otra cerveza más. Despiertas. El bar va a cerrar. Recorres el camino que yo empecé porque tú me lo enseñaste. Sin saberlo. Lo conocías de oídas. Dicen que en tu planeta hay vida. En el mío se extingue ya. Te he prestado mis deportivas. No quiero verte caminar descalza sobre vidrios puntiagudos. Yo llené el asfalto de cristales porque tú me lo pediste. Con ellos me corté y ahora lo haces tú. Bares de mala nota, calles oscuras y un corazón acostumbrado a perder. Y se acabó aquello. Salimos del último tugurio cada uno por su lado. Nos limpiamos el barro de nuestros cuerpos retozando en charcos de agua pura sobre baldosas burlonas. No somos mejores. Sólo más viejos. Quiero pedir un deseo. Vamos a llegar a un acuerdo. Tú no cumpliste. Te esfumaste pensando en que yo te odiaría sin saber que yo también te fallé. Una voz en mi cabeza me grita. Pacté con el diablo pero no me dejé sobornar por los dioses.
Autor: Joaquín Casis Domínguez
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