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Preguntas con vozarrón


Hay preguntas que se me revuelven en un estómago de tizas y pizarrones, pero de delantales ni hablemos. Que señorita maestra aquello que señorita maestra lo otro y borrador a la pelada y a la peluca vedetiana les voy a dar si siguen con ese parafraseo de cavernas y rieles que ya brillan por su ausencia. Que dele más vozarrón pa’ que aprendan, que dele más caña a las pruebas, que sos demasiado buena para estos, y que gancho, áperca y tumbo van a tener esos respingones que a mala junta le bajan la ñata. Reprueben sus pastos, manga de alcauciles pelados, de semillas muertas, pero qué loca la ponen a una cuando de nombrar se trata. Es que al saludo señorita, beso en la mejilla y maestra. Una le habla de la nena, del nene y el ojo prendido a la cola como si de pelusa se hablara. Por empezar les diría a esa horda de pavotes sin ahumar que señorita las pelotas que bien transpiradas de microcentro las tienen a las dos colgantes y que maestra vaya y pase pero que sepan que también existen maestros por si pensaban que solo para las-que-cuidan-a-los-niños-y-al-hogar era esto de educar. Fíjese que ni decencia de escuchar de los suyos tienen que le manotean la teta con la mirada o le piden el teléfono “para consultar la tarea”: cosa de locos este machimbrejo barato que nos rodea. Sepa usted que ya nos vamos a rebelar todas, poquito a poquito, con un mar de preguntas y otro mar de exigencias. ¿Hasta cuándo?, me pregunto mientras planifico y proyecto, ¿hasta cuándo?, me doy caña cuando los pibes me leen lo que escribieron, ¿hasta cuándo?, me seguiré preguntando cuando nos piden que pongamos el hombro porque la educación la hacemos entre todos, ¿hasta cuándo?, les grito al enterarme que ya no más profesorado porque esto de enseñar ¡a la universidad, muchachos! y los que siempre fueron ya nunca serán, ¿hasta cuándo? y exijo cuando nos pegan porque tenemos prendidos los guardapolvos blancos y a los privados les dan el mango hasta para el higiénico, ¿hasta cuándo? y lloro, cuando se nos caen los techos y dan las casualidades de este mundo que ninguna cabeza rota de pibes se hizo tapa en el mueble catódico del hogar, ¿hasta cuándo? y sigo mientras caigamos en las rutas porque huelga es de vago y ya bastante son por vacaciones de dos meses (si supieran), ¿hasta cuándo? y ya termino (aunque imposible terminarla) si el cupo es para pocos y el resto que aprenda del revistero de casa, ¿hasta cuándo la educación será mero folleto de institución, pedagogía de la instrucción y aislamiento del menor? Vozarrón para que escuchen y no “para que aprendan”, sepan, mis queridísimos, que aprender es otra cosa que sentar el culo en la madera; como si encontrarle la risa al pibe no fuera cosa necesaria en este mundo de llanta quemada y pirulo de tapa. Denle más sueño al pibe que ese es su verdadero tiempo, el de soñar, y sepan, mis queridísimos, que las maestras y maestros no somos señoritas.

 

Autor: Ariel Adler

Es diseñador de imagen y sonido de la uba y docente de la materia sociología (de la imagen) en fadu.

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