En nombre de Oliverio
Que mis párpados se devoren una a una tus miradas
Que mis rayuelas cansadas te estaqueen los talones
Que los
renglones torcidos te suiciden la belleza
Y tu certeza se dispare una palabra en el pecho
Que tu ángulo más obtuso se desgarre los catetos
Y mi retórica torpe te penetre el Eustaquio
Que los patios de la infancia te reclamen los baleros
Y los pañuelos de la plaza te devuelvan los recuerdos
Que los sujetos se apabullen en terceras singulares
El paladar se colme de displicencia literaria
Que taciturno es el grafema que se aborta la vulva
Que mal parido sea el silencio en las aurículas de tu alma
Que tu distancia cobarde se descoyunte los prepucios
Y las bufandas del otoño te arrebaten por el yugo
Que a tu paraguas desnudo se le enferme el esqueleto
Y un cardumen de besos se marchite en tu desvelo
Que tus gorriones sean cuervos que te valgan un solo ojo
Y que tu media ceguera se redima de nostalgia
Que tus costillas se enderecen en mitad de la noche
Y te maquillen una mueca parecida a los fantasmas
Que tu sonrisa se disloque en nombre de Oliverio
Que los sahumerios del viento te asfixien los gemidos
Y que todos tus crepúsculos esdrújulos noctámbulos
Sollocen orugas como arrugas floreciendo en tus pómulos
¿Acaso tu nombre juntó mis huesos al borde de la tarde?
Debí entender entonces que en las retamas del tiempo se mecía tu vientre
Autor: Gaspar Acttis
Imagen de Marc Chagall