Una apuesta
Se evidencia Borges o eso pretenden sus lecturas. También está presente Augusto Monterroso. La hoja en blanco y el lápiz son enteramente míos.
Cada punto de cada cara de cada uno de los Dados, una pared. Dispuestos en su mano a rodar, le recordaron la arquitectura del plano.
Las líneas habían sido trazadas con simpleza; los materiales que utilizó fueron acertados. Algunos de éstos, cumplieron la función alquímica de cambiar las formas. De su víctima se sirvió de la última porción del amor que le quedaba. Y hacerle creer en una esperanza, lo impulsó a caminar. Para éste fin dispuso de actores que desarrollaron una farsa, valiéndose de infinidad de palabras. Palabras que escupieron, ensuciando el camino. Palabras que gritaron, aturdiendo los sentidos. Los más astutos, las callaron. El argumento de ésta construcción, el tiempo. El fin, detenerlo, no al tiempo, sino a su víctima en él. Los motivos los confundía en su memoria, un Ego herido, una mirada negada. Sólo recordaba con sentida presencia, un hondo rencor. El último material, el más preciso de cuántos construyeron el espacio decisivo, fue la suerte. Ese místico elemento; ese factor causal. De ese laurel coronando a los primeros, los ganadores; de esa cumbre inaccesible al resto, los eternos postulantes, hizo fuerte su estructura. Y de ésta forjó la llave con que cerraría el candado. Digiriendo esa última porción, encontró a su princesa y la encerró, cautiva de otra ilusión. Para vigilarla y esperarlo, una bestia. Y bifurcó todo lo que pudo el sendero. Lo condujo con paciencia, entre susurros, a través de palabras que falsearon la verdad. Un manto de niebla le impidió reconocer el umbral que atravesaba. Sus pisadas no reconocieron la suciedad del suelo. Lo que había sido creado como fantasía, se cristalizó en una intrincada realidad. Inexpugnable. Una vez su víctima dentro, él se sentó a contemplar el espectáculo. Los dados discurriendo sobre su palma, paseándose entre sus dedos, le recordaron que era el momento. Al abrir la mano la sonrisa se dibujó siniestra. Su mirada vislumbró una venganza viéndolos rodar sobre una mesa infinita. Qué podría fallar?. La suerte estaba echada.
Autor: Nahuel Ferrer
Sobre mi:
Bueno, no mucho en realidad. Actualmente vivo en la ciudad de Lima. Nací en Buenos Aires. Tengo 33 años. Amo la literatura. Mi primer intento de crear nació alrededor de los veinte y me animé a participar en un taller de relato breve. Por entonces escribía tan lejano a lo que quería decir que tuve que esperar más de diez años para animarme y publicar mi primer poema. De deformación autodidacta puedo decir orgulloso que conozco más bibliotecas que bares. Co-autor de dos fanzines que incluyen cada uno de ellos cuatro poemas (alguno en realidad está escrito en prosa) con cuatro ilustraciones. El primero salió en la primavera-verano 2016-2017 y el segundo misma época estacionaria 2017-2018.
Actualmente planificando un tercer fanzine.