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Yo la Mujer Negra me alzo como patrona de la rabia, procurando no se consuma la estrella

de las revueltas que alucino en mí

la estrella de las sublevaciones jadea si mira entre humo o exhalación de los quejidos

y es así que a las nubes hay que llamarlas para que a nadie se le olvide qué dañino es

todo absolutismo del sol

mas cuando se intenta lastimar al sol, este emana desde cada laceración otro sol más

calcinante que el anterior,

pero la Mujer Negra recolecta cada sol goteante de las heridas del gran sol

y las bebe hasta embriagarse:

solo así muere el rey dorado.

Yo la Mujer Negra hermana de las Mujeres Negras punzo la claridad de los cielos para que brote la tinta roja capaz de nutrir a la legión de mujeres noche

esas que llevan falda de brazos y se coronan con una luna grotesca.

Manada de las Mujeres Negras que han abierto la frente de su madre para ser ellas el rayo que extinga a cada diablo que ronde en los jardines.

Yo la Mujer Negra relamo los restos del extasiado amor,

y gobernada por la nocturnidad promiscua muestro las roturas de la omnipotencia del dios azul.

Mi lengua interminable alfombra

se fuga hasta arrancarse de mi boca para suplir tu silencio

si me volviera canto querrías desprender una a una tus orejas como se desprende aretes.

Mas el canto de la lengua de la oscuridad es clandestina y conocedora de tu parte propensa a los rituales

pantano oculto.

La mujer Negra quiere ilícitamente porque no siempre anhela ese cuero que llamas tu piel

pero se he acostumbrado al escalofrío

y comete el crimen de garantizárselo con tu cuero

o sin él.

Yo la Mujer Negra y esta estrépita fascinación por el nudo de ladridos,

mientras tantos estrujan caricias en sus manos para ser dadas a los perros

sin saber que ellos podrían haber sido lobos.

¿Quién está más lejos de la sarna? ¿Su querencia noble, o nuestra fascinación por el nudo de ladridos, o por -lo que es casi lo mismo- el nudo de aullidos?

A este lado de la razón, las Mujeres Negras nos rascamos el cuerpo y mordemos las heridas y sus costras en la medianoche

tus ojos están blancos como para verlo

mis ojos van suturados para no ver lo blanco

cómplice de los carceleros.

Al lado de la Mujer Negra hay una danza de nadie que hace oscilar la tierra.

Si vienes a amansar la vena de las desmesuras puede que haga crujir en asqueroso zapateo cada hueso de cada cosa viva,

de cada cosa tuya

aunque no quisiese hacerlo.

Hay una violencia justo en el aire y en el corazón, que carcome conciencias e impulsa al obsceno bailoteo;

sin embargo no hay asesinato alguno ni Mujeres Negras homicidas.

Hay el perfume de la ciénaga y las ruinas

diosa de la destrucción

mundo otro ha salido a nacer

Mujer Negra ha estado aquí.

 

Autora: Nazarena Luz Jaramillo

autora independiente de Grietas (2015) y Malezas, La Porfía Silvestre (2017)

Contacto: nazarenaluzjaramillo@hotmail.com www.facebook.com/nazarenaluz.jaramillo

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