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Cine lírico


Me mantengo al margen para poder sostener la mejor parte del asunto, sin embargo, la ciudad se está llenando de muertes y susodichos que quieren aparentar o más bien justificar el hacerse los malos porque la vida los trató mal, no obstante a ello, me puedo satisfacer con una cerveza bien fría para solapar el cigarro que en ocasiones no me deja oler bien las cosas ni verlas.

Muestro un poco de interés sobre lo que me dejó de interesar, como si todo estuviera perdido, como si todo o nadie lo hubiera ganado, pero así es; la oscuridad me llama para poder entender el por qué mis pasos se mueven automáticamente en esta avenida donde antes era muy concurrida de gente decente para caminar en familia, ahora esta avenida está abandonada y acechada por la perversión o el negocio que se marchita con el deseo del que no tiene nada y aparenta hacerse el malo. Es ahí cuando entro a este antiguo y abandonado cine llamado “Lírico”, con sus vestigios arquitectónicos que empalagan más que a uno; su oscuridad deja mucho de qué hablar, todavía puedo escuchar rebotar la voz de algún mal actor mexicano de la década de los setentas y a la vez, es aquí en donde los vagabundos ya no pueden estar, por que incoherentemente les parece sucio el lugar, será porque los homosexuales dejaron de entrar a medianoche para poder hacer sus cosas; no lo sé, pero ya nadie entra ahí, porque dicen que algo de por ahí dice mucho.

Al someterme a las entrañas de este palacio protegido por el gobierno, siento que la oscuridad se pone fría, es así como trato de cambiar una vez más mis pupilas para poder entender las idiosincrasias de la vida, al poder llegar a una de las columnas que mantienen de pie este recinto, escucho la voz fría que siempre me susurra en las noches y en los caminos inhóspitos de la muerte.

—Sabías que antes aquí era un teatro, hasta que después lo hicieron cine, en serio que era un lugar muy visitado, recuerdo el día que lo abrieron como teatro en 1922, más bien recuerdo ese maquillaje oscuro que escurría de los ojos de alguna actriz que no sabía actuar y terminó en una prostíbulo…

—¿Por qué estás aquí?, me mandaron a saber el por qué los vagabundos simplemente amanecen muertos dentro del recinto, los del hospital universitario me comentaron que la causa de muerte es desconocida que nunca habían visto algo así.

—Es simple, les ofrezco algo que otros no les dan, y es así como me mantengo niño, antes aquí era tierra de nadie, donde me ponía a caminar en la nada, pero cuando llegó Mitello desde Italia hasta acá, me percaté que algo grande iba pasar, ya tenía como doscientos años sin hacer nada, ¿te gusta el olor?, huele a nada porque yo no quiero que huela a nada, porque así huele el polvo. Aparte no me has dado las gracias referente a los chicos que capacité y tu terminaste matando por sus actos.

Mientras yo trataba de hacerme entrar en razón y mientras la voz me seguía hablando; el olor a polvo me constipaba el ánimo, es así que de la nada en un lugar específico del recinto se aparece un telón guindo y este abre para presentarme un mimo que no dejaba de moverse en el escenario, al ver bien la situación no entendía lo que este mimo extraño cantaba, éste no era un mimo normal, su vestimenta era de color beige con manchas oscuras y su cara se perdía en el cielo mientras éste actuaba. Al final se apago esa imagen y volvió la oscuridad, la voz seguía hablándome.

—Es muy divertido proyectar lo que la gente cree que ve en sus ojos, pero bueno qué se puede hacer un con un niño imbécil; que no sabe, debes de saber que tratar de ser como yo suele ser peligroso, y ya quita esa cara que la puedo ver muy bien; sabes, hace poco metieron aquí una chica, fueron unos federales y la violaron de una manera tan tremenda que no sabía cuando iban a terminar, pobre chica era muy bonita.

En eso le contesté:

—¡Ve a fastidiar a otra parte y deja en paz la gente que no tiene nada con que defenderse, sabes que habíamos quedado en un trato aquella vez que te visité en la Colonia Independencia, ya estuvo bueno!

—Tú sabes que si en dos años; no haces nada, el gobierno va colapsar, es así como el balance se va romper y muchos van a caer, será un deleite ver como los adultos se matarán entre ellos, para ver cómo se comerán a los niños ajenos de otros, aparte de la sequía global que voy a provocar por culpa de ustedes y su contaminación. Lo espero con muchas ganas.

—¡Basta!

—¡Tú sabes qué es lo que haces!

De repente un sonido estruendoso llegó a mi cerebro; llegando en sí varias imágenes en mi cabeza, donde pude ver a una familia cayendo y convulsionado sobre un monte en busca de agua limpia, además de bodegas repletas de homosexuales violando y asesinando niños solamente por placer y a cambio de agua. En eso despierto de esas imágenes y saco la nueve milímetros de mi cintura; para inmediatamente disparar dentro del recinto; al accionar el arma, las luces de los disparos me hacen ver imágenes de demonios en la oscuridad y homicidios colosales que no dejan hacerme entender que esta “cosa” me están tratado de provocar.

Al por fin terminar de disparar y gritar, la voz en la oscuridad y con su tranquilidad sigue en este diálogo para variar.

—Perderás poco a poco a tu familia, la muerte me lo dijo y lo negocié con ella; aparte perderás un hijo por tu moralidad.

—¡Ya basta!

—Solo digo, todo esta arreglado y solo es cuestión de ver cómo caen las cosas, el Apocalipsis es inevitable, mientras tú seas mi caballero de la noche.

—San Martín me cuida, maldito demonio…

—Te dejo un regalo mi niño, espero y te guste (risas)

Las risas del diablo se esparcían fuertemente en todo el lugar y desde el fondo podía ver que se encienda una lampara muy antigua, en eso se apareció la silueta de una mujer que parece ser actriz de una obra teatral, con su vestimenta de tragedia griega ésta se acerca con su tez fantasmal para así poderle distinguir esos grandes ojos con oscuro rímel a su alrededor; al momento de que se acerca más me salgo corriendo del abandonado cine y escuchar que la mujer grita de una manera tan fuerte que casi me deja sordo, mientras que al mismo tiempo las risas del diablo se multiplicaban al casi parecer lamentos y risas de cientos de hombres.

Al salir...

 

Autor: Bogarth Lemus

Reseña por David Z.

Bogarth Lemus con su singular estilo, tiene la habilidad de revivir las calles de Monterrey, le da la importancia a la historia que no se cuenta, pero se sabe, párrafos llenos de oscuridad, barbaridad, perversión y gritos de desesperanza por una ciudad en constante esfuerzo de demostrar el envase antes del dar a conocer el contenido.

Dado que las historias existen para contarse o para repetirse, Lemus plasma todo aquello que se necesita contar, puesto que en la oscuridad de la ciudad protegida por gigantes cerros; existe un eco de esperanza, por recordar lo suficiente para poder dejar de vivir bajo la sombra, y comenzar a vivir sobre las calles.

Texto gentileza de Artis Nucleus

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