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Y los pies sobre la línea amarilla


Soñé que transportaba a través de un bosque un hatajo de grueso fieltro sostenido por un palo que llevaba al hombro (…) una víscera inmunda, vital.

El hatajo, la vestimenta, el ámbito era de un sepia medieval. Yo debía impedir que la achura húmeda y tibia, pereciera. ¡ podía necesitarla ! con lo que la insólita resolución era apurarse.

Pesadilla de carrera desesperada hacia el no se sabe qué.

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Él, en cambio, no se detiene.

Sus zancadas son las mismas antes o después de la línea amarilla, sobre la arena de un desierto, sobre un campo minado, bajo el sol de enero, la escarcha, o llevando una pila de platos que lo sobrepasa en altura.

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Apacíguate el pecho, mujer.

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Sueño que camino sobre hierba blanda, que los pasos son blandos, en puntas y lentos.

Sueño que si soy lo suficientemente leve al pisar, flotaré

 

Autora: Virginia Caramés

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