top of page

El extraño en la ventana


El padre/esposo se revolvía en un sueño inquieto y cargado de siniestras vorágines negras hasta que una intensa sensación de peligro lo despertó.

La pequeña cabaña donde vacacionaban estaba a oscuras. Su mujer y su hijo pequeño dormían a cada uno de sus lados, en aquella cama única, espaciosa pero incómoda. La lluvia golpeaba con violencia los vidrios del gran ventanal que se hallaba justo sobre la cabecera de la cama, como intentando comunicar la proximidad de alguna amenaza… ¿pero qué amenaza podría haber allí, en aquél lugar casi paradisíaco?

Un intenso resplandor y un reventón cercano, un rayo, y todo cuanto lo rodeaba pareció estremecerse de miedo. Relámpagos sucesivos, como destellos de dolor, bailaban con furia sobre las superficies reflectantes del cuarto, iluminándolo todo con su frenético palpitar, un palpitar grotesco de vida agonizante. Los músculos de su cuerpo se tensaron al detener la mirada en el enorme espejo que se encontraba empotrado en la pared contraria, reflejando la cama y el ventanal sin rejas.

Su mujer se revolvió en sueños a su lado y también despertó. Le preguntó algo en un susurro.

El padre/esposo no respondió. Su mirada estaba fija en el espejo, en el reflejo de la ventana, en la figura que se encontraba fuera, bajo la lluvia, entre los relámpagos. La figura era de un hombre que habría pasado por su hermano gemelo si acaso lo hubiese tenido. Pero en aquél rostro tan conocido había ahora una expresión enfermiza y decadente que le heló la sangre, una expresión que él jamás podría llegar a reproducir en el suyo.

La mano del extraño, del gemelo imposible, empuñaba un machete.

Para entonces la mujer había seguido la dirección de la mirada de su esposo y ahora gritaba ante aquella visión. El hijo, también despierto ya, acompañaba a su madre con sus propios chillidos casi bestiales.

El padre/esposo rompió al fin su parálisis. Con toda la rapidez de la que fue capaz, sacó a su familia de la cama, alejándolos instintivamente de la ventana (¡sin rejas, por Dios! ¡sin rejas, va a entrar!), mientras corría a asegurar la puerta de la cabaña, estúpidamente sin llave como “se acostumbra en el campo”.

Pero al poco de hacerlo descubrió la inutilidad de todo aquello, pues su espeluznante gemelo ya no se encontraba prisionero en el espejo ni aislado tras la ventana, sino dentro de la casa, en un rincón, junto a su familia. Seguía siendo igual a él, pero un nuevo cambio se había producido en aquél rostro extraño. Su expresión enfermiza había mutado ahora en una horrorizada. Tampoco estaba ya mojado por la lluvia, sino sólo despeinado, descalzo, en remera y calzoncillos, como si acabara de levantarse de la cama.

Ligeramente desorientado, con la distorsión de los truenos y los gritos de la mujer y el berrido continuo del crío en sus oídos, el padre/esposo/extraño bajó la mirada hasta sus manos húmedas y descubrió en ellas un viejo machete que destellaba incluso más que los relámpagos.

Y al verlo sintió una extraña sensación, un desdoblamiento, un desprendimiento interno y una urgencia… un deseo irrefrenable… de matarlos a todos…

 

Autor: Pablo Cortez

-Cuento publicado por primera vez en mi Blog personal “Pablo Cortez Relatos”

Escritor a medio tiempo, amante de la literatura y el rock. Incondicional del género de terror. Nací en el mes julio de 1987, en la capital de Córdoba, Argentina, lugar donde vivo actualmente. Soy estudiante de la carrera de Letras en la UNC y hasta el momento he participado en los libros “Letras del Face 14” (2016) y “Polifonías” (2017), ambos de Editorial Dunken.

bottom of page