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Le juro que no he matado a mi mujer inspector, es cierto que bebo de vez en cuando, pero Zaleska y yo nunca llegamos a las manos, al menos nunca del modo que usted imagina. Discutíamos, sí, pero eso no significa que yo sea un ser violento o entregado a los delirios homicidas.

Es una lástima que mi hijita de dos años no pueda declarar a mi favor, ella estaba allí la tarde en que al llegar de la oficina me encontré a Zaleska tirada en el cuarto de estar con un tiro en la boca, fue traumatizante, sé que jamás me recuperaré de esta atrocidad.

La niña, recostada junto al cadáver de su madre, fiel como un perrillo; casi lamiendo sus heridas, le prodigaba besos y usted sigue argumentando que he sido el asesino de Zaleska.

Le repito inspector que la nena, cuando la cogí en brazos para separarla del cadáver de su madre, temblaba y se hizo pis encima de mi camisa. Sé que nunca podrá creer lo que le cuento, que suena a locura, a desesperación de hombre atormentado y condenado al encierro perpetuo o la pena de muerte por homicidio a no ser que aparezca un testigo capaz de argumentar otra versión creíble de los hechos.

Estoy sudando inspector ¿no lo ve? póngase en mi piel por un instante y la vida se le tornará insoportable, tendrá ganas de que el tiro en la boca se lo hubiesen dado a usted. No puede comprender ¿verdad? le repito que mi hija es un ser sumamente inteligente con dos años a pesar de articular todavía pocas palabras.

El dibujo que le traigo es la única prueba de mi inocencia inspector, la pequeña garabateó dos siluetas en un papel con sus lápices de colores: a una le pintó de amarillo el pelo y a la otra le dibujó un lazo rojo, se representó a si misma con el lazo que su madre le ponía todas las mañanas para llevarla al jardín de infancia y a su madre le ha dibujado un tubo en la boca. ¿Es que aún no lo tiene claro inspector?

La tarde anterior a los hechos la beba jugó con sus primos en la piscina de una finca que posee mi hermano a las afueras. Mis sobrinos son aficionados a las pistolas de agua y la nena se unió de inmediato a la troupe, abría su boquita constantemente para que le diesen de beber, descubrió un juego divertido y reía constantemente al sentir el cosquilleo del chorrito en la comisura de sus labios.

El calor estos días de atrás fue una condena.

Mi hijita quiso seguir jugando. Lo que no puedo explicarle es como encontró la pistola que guardo celosamente en el altillo del armario, cargada como estaba ha desencadenado la tragedia más atroz que hubo nunca en mi familia. Ya sabe usted inspector que los niños son imprevisibles.

 

Obra: Este texto forma parte del tributo personal a Poe realizado por la autora.

Autora: Nuria Viuda García

Soy escritora vocacional y colaboradora de revistas tanto digitales como en papel entre las que cabe destacar: La charca literaria de Barcelona en la que tengo una sección mensual titulada CRÓNICA DE LOS DÍAS QUE PASAN.

Alquimia literaria de Madrid donde colaboro con relatos inspirados en cuadros de grandes maestros de la pintura.

Escribo también en revistas de formato papel como sentimientos invisibles y la revista NOS -OTROS en lengua portuguesa ya que soy estudiante de esta maravillosa lengua y que edita la escuela de idiomas de Valladolid.

Este año saldrá a la luz mi primera obra editada por una editorial, titulada CONSIDERACIONES DESDE EL INTERIOR O EL CUADERNO BICÉFALO de la que también forma parte el escritor Rafael Parrado.

He participado en el festival internacional RECUORE junto con artistas plásticos con un relato expuesto en el museo de León titulado ARQUITECTURA SIN ESCOMBROS.

Obra inédita:--Pensamientos de playa y presagios.

--Cuadernos Portugueses.

---Verano en espiral.

---Pequeño cuaderno de arena inacabado.

-Breviario Hipnótico.

--Crónica compacta de los días que pasan.

---El motero. --Cartas de amor, epístolas intrépidas de un italiano homosexual.

email:ngarciaviuda@hotmail.com.

Imagen de Mark Ryden

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