top of page

Bendito el día que conocí la poesía. Bendito aquel día que llené de humo mis pulmones y sumé los minutos que restaba. Bendito el día que uní mis labios con los de aquel drogado sellando la mas breve relación con saliva.

Bendita las horas que pasé en pena.

Benditos los amigos que faltaron y benditas mis chicas borrachas en la esquina cambiando tiempo que nunca volverá por cigarros.

Bendita y alabada toda esa sabrosa y asquerosa comida que ensanchó mi piel.

Bendita mi acelerada ciudad y su enseñanza de andar con cuidado por las calles mal iluminadas.

Benditos sean los sueños que olvidados quedaron, los chicos que me odiaron sin razón y los que me odiaron por razones que no comprendí.

Benditos los idolatrados momentos efímeros e infinitos y de rendición, aquellas notas tristes y aquellas personas angustiadas en su soledad.

Bendita las noches que medio recuerdo, los días que quiero olvidar y las mañana que dormí y las mañana que madrugué.

Benditas las ropas ajustadas, los idiotas de mi generación y los pelotudos adormecidos en su anestesia. Bendito esas bocas sonrientes, ojos soberbios y oídos falsos. ¡Bendito los errores que parecieron aciertos!

Benditos aquellos pobres artistas idealistas regalando su arte a ojos rápidos. ¡Bendita sea todo lo absurdo e insípido! Bendito los chicos con el cerebro en llamas y ojos inalcanzables apuntando al cielo, buscando la razón de la vida. Bendita la duda que nos mantiene unidos en este pasar de días sin nada especial.

Benditos esos drogados que me hablaron de amor y esas chicas enamoradas de una idea que me hablaron del desamor. Benditos los hombres que me quisieron imponer sus ideas, bendita su ignorancia que abrió mi curiosidad.

Benditos, alabados, idolatrados y santos los días que desperdicié de mi adolescencia en plegarias, lágrimas y sangre, con las rodillas lastimadas preguntándome si ser grande era la respuesta. Benditos los hermosos días que pasaba robando anillos de plástico. Bendito el alcohol y la soledad que nubló la mirada y arruinó uno de mis grandes amores. Benditas esas personas que con su angustiosa felicidad me enseñaron que la decepción es parte del paquete.

Benditos sean todos esos hechos traumáticos, tan importantes y a los que debo estar agradecida a mi pesar. Bendita sea mi furia interminable, espero que mi enojo nunca se apague.

Les doy mi bendición a mi hipocresía y a la de todos los demás, sin ella seríamos tan felices que la alegría ya no se sentiría. Bendita mi fealdad, mi tímida inocencia y mi melancolía, la belleza trágica que me rodea.

¡Alabada la falta de optimismo! Pero sobre todo, más aun que lo más monstruoso, bendita sea todo lo malo que me pasó y apagó la esperanza, dejándome vacía y dolorosa.

¡Bendita, bendita, bendita, bendita la vida que llevé, que llevo y que por tiempo indefinido llevaré!

 

Autora: Cece Luque González

Instagram: celeste_camila

bottom of page