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El sábado temprano recibí la llamada de mi pata G-Zombie desde el depa de la familia de su flaca en California (urbanización residencial de Trujillo) –se ha ido a hacer sus trámites y no viene hasta el mediodía, lanza ps- donde quería aprovechar el fin de semana largo para ponerse a escribir (sic) alejado de su natal NuXimbote. Recordaba la dirección porque hacía unos meses habíamos lanzando en la azotea y en menos de 20 minutos le avisé que lo esperábamos abajo con Epicus, quien me llamó segundos después que colgó para que lo salve -toy por el centro- creo que venía de enseñar en una academia o algo así, entonces aproveché para asegurar otro par de pulmones amigos con cáncer benigno.

Subimos por el ascensor. Ni bien abrió le mostré la revista limeña donde acababan de publicar una reseña mía sobre su libro, una especie de salvoconducto para que me pase más Zombies ilustrados ya que participaría de la Antisemana de San Marcos y tenía pedidos de sus libros.

-Y para hacer el efecto más poderoso tenemos esta botella-, -¿qué cómo es eso?- con el fayo encendido y el agua tomada hasta la mitad hizo ambos huecos: uno casi a la mitad por donde introdujo la cañita y otro cerca al pico para tapar y soltar luego de rellenar con humo la botella –¿ves? ¡Siempre listos!- Jules y yo observábamos atentos cómo el Pimpe nos impartía su cátedra en weed science.

Claro que Pimpe armaba el bomber con Guaraná, que luego cuando la tomábamos sabía terrible –parece remedio- no como la Fanta, esa sí que dejaba un sabor extraño pero rico y peligroso si se disfrutaba en Pimentel.

Por el contrario, este bomber que compartíamos con G-Zombie era más saludable por contener solo agua –mira, es muy sencillo, solo debes tapar por acá, jalas el humo del bate y dejas que se llene toda la botella ¿ves? Pero debes jalar despacio porque si no se chupa y no sirve para nada-, -¡has hecho un bomb casero! ¡Ta qué ingenioso!-, -welcome, sirve para optimizar la ganya, si lo lanzas así nomás como bate, bacán, tienes un rato de locura, pero con el bomber se triplica, porque no solo jalas el humo, sino que pasa a través del agua y sale purificado para almacenarse en la botella e inspirarlo otra vez, mira, se queda un huevo de humo, tanto que te puedes atorar-, -a ver déjame probar-

Epicus se esmeró en enseñarle –paciente como profe de Literatura- la manera efectiva de usarlo porque mi buen pata G-Zombie necesitaba instrucciones hasta para lanzar. Cuando agarró la práctica se desencadenó la locura: el sol de las once y media pasó al del mediodía y a mitad de nuestra tertulia rockero-literaria le metimos rápido y sin pausa el segundo bate –el problema es que lo acabamos muy rápido y un bomber es para jalar despacio, con técnica, sino se consume sin pausa- le dí un par de toques sutiles y profundos que no chuparon la botella pero crearon bombas de ganya que estallaron de estonura –¿ves? Jalando poco sale igual un culo de humo, así que por las huevas es desesperarse-

Pasada la primera hora de sentarnos en la azotea nos sentíamos como al interior de un horno microondas, G-Zombie me preguntó si estaba escribiendo algo para presentarlo al Copé de Cuento, le respondí que de momento solo buscaba poesía porno peruana –¿sigues con eso?-, -claro ps huevón si voy a presentarlo en un par de semanas-, -yo pensaba que estabas preparando algo sobre tu tema favorito: el conflicto armado interno-, -ah no sí, ese es otro trabajo, pero todavía tengo que acabar de leer tooodos los libros que he comprado para delinearlo mejor y eso creo que me tomará unos años ya que no puedo leer más de tres libros seguidos desa temática, o me deprimo mal o me rebelo feazo -el bomber circulaba y muy pronto se acabó el segundo bate –por suerte no hay segunda sin tercera-

Volví a encender otro más en medio de un piso que quemaba mismo lava. Ya para esto G-Zombie era todo un experto, jalaba el bate muy tranquilo y conversaba –es mejor así porque esta ganya es una red hardcore, y con el bomber le baja un poco la dureza-, -así entra más suave, ya no raspa- Epicus no es de hablar mucho pero cuando lo hace suele mostrar su fanatismo por Hesse.

Tras consumir este último teba saqué la rizla de mi bolsillo y sobre uno de sus libros armé el respectivo el pava de pavas –¡ve! Si salió algo bien rico, ah, un teba-dedo- G-Zombi no dejaba de hablar de la última novela de Philliph Roth que acaba de leer ¿o era Foster Wallace? ¿Thomas Pynchon? ¿Kurt Vonnegut? ¿John Cheever? Algún autor gringo para lectores ultra hipsters –¿Don Delilo?-, -¿cuál tienes de Don Delillo?-, -ninguna, solo me gusta cómo suena su nombre, me hace sentir posmoderno- debemos haber estado embalados porque –como ya se acabó, apa, ahora sí, para calmar esta sed y el calor no hay nada mejor que un buen té de ganya- levanté la botella y señalé su turbio contenido de ramas y ceniza -asu, tío no jodas, tú te pasas ya-, -si esta es la parte más rica, por eso te decía que el bomber triplica el efecto, ya que también te puedes tomar esta agua concentrada en THC-, -eres todo un científico-, -ja, decho, weed sciencie ps, dale un trago nomás y siente- tanto Epicus como yo le dimos un sorbo a esa agua con sabor a jarra de acequia tras la lluvia ácida de verano; pero igual nosotros ya estábamos acostumbrados, no así G-Zombie, quien se puso a toser y se movió lentamente a la sombra.

Habrá sido el sol de mediodía o el cuarteto de tebas en bomber ¿por qué no el yogurt que tomó de la refrigeradora y acompañó con hojuelas, al parecer, vencidas? Pero Zombie se arrodilló y emitió un sonido de motor averiado para arrojar tremenda buitreada sobre el techo que más parecía haber querido baldear gratis con su bilis.

Pasados los primeros diez minutos de arrojada ininterrumpida sabíamos que tendríamos para rato. Entonces Zombi tuvo una pausa quedando arrodillado y agarrándose la barriga, diciendo incoherencias, allí aprovechamos para bajarlo cuando oímos subir a alguien a la azotea con una canasta de ropa. Ni bien ingresamos al depa la represa reabrió las esclusas. El primer baño a la vista era el de visitas donde terminó de expulsar sus intestinos dejando un extenso camino para no olvidar sus orígenes.

–Oe tu pata está mal ¿qué mierda tenía esa ganya?-, -puta no sé, nada, solo era una red como cualquier otra… la del Antauro, huevón ¿no estaríamos buitreando también?-, -cierto, pero tu pata se está muriendo en el baño-, -yara tío, eso sí me lokea-, -vámonos ya mejor-, -nicagando, si nos quitamos así van a pensar que hemos querido envenenarlo o algo- como todo un experimentado en las lides del buitre, gracias a su época de alcohólico metalero (que incluye buitreadas emblemáticas con jateadas en parques) no le quedó otra a Epicus que dirigirse al sofá de la sala y agarrar una de las revistas.

–Oe Zombie ¿tas bien?-, -sí tío, pero mejor váyanse ya que si mi flaca…wrrofff…- volvió sumergir su rostro en el wáter -no, tío, apucta, nicagando, solo buitrea tranquilo que no pasa nada-, -no, por favor, váyanse mejor… wrrrroaaggfff-, -nada tío- le pasé papel higiénico, asu cómo buitrea ¿qué pasa? –oe tienes que parar ya-, -tamare, no puedo, no sé qué me pasa, wrrrroofaasshggg-, -es solo sensación tío, ya no quieres buitrear ya botaste tod…acá viene de…- y seguía arrojando furioso el Zombie, más muerto viviente que nunca, pálido y asustado, lamentándose el haber aceptado fumar esa red, aunque de todas maneras ya se le bajó la estonura, al menos a mí sí, con todo esto de ver que el Zombie ¡ay! no siga muriendo ¿pero cómo puede ser tan flaco y arrojar tremendos huaycos! -¡todo el piso de la sala está hecho mierda!- buscaba en el lavadero un trapo para secar con el Epicus desde el sofá acotando –oe Lonso, suena muy interesante este libro que reseñas- y el Zombie repetiendo moribundo –tío, por favor, mejor váyanse que si mi flaca me encuentra con ustedes de todas maneras va a pensar que…- acá respiró hondo -hemos estado tomando o drogándonos- subió su rostro descompuesto y trató de mirarme con sus ojos desorbitados –pero ¿qué de malo hemos hecho?-, -solo quiero que no los vea- respiraba entrecortado, más apeligrado que otra cosa -si me encuentra vomitando solo, fácil le puedo decir que…wrfrrfff- botó esta vez su corazón y pulmones ¿por qué no paraba de buitrear? ¿Qué es lo que le pasa? A veces pienso que era todo un show.

Ya me estoy asustando, pero no deja de tener razón cuando nos repite que lo dejemos ¿y si se muere? ¡No te pases carajo! ¡Ya deja de buitrear! –oe Zombie, creo que ya es solo sensación tío ¡cálmate!- parecía estar en lo cierto porque las arcadas ya no botaban nada –ves tío, ya fue, ya no hay nada más ¿qué mierda más quieres? ¡Lanzar tus tripas con sangre!- se dirigió lentamente al lavatorio y echó agua a la cara para desahuevarse.

Andaba esputando en sucesivas gárgaras cuando sonó una llave y la puerta se abrió, su flaca apareció y más que sorpresa vi odio en su rostro porque, sin que lo diga Zombie se dio cuenta que algo no andaba bien ni con su rostro, ni con su peinado, ni ¿por qué tenía que estar toda la casa mojada como recién trapeada? ¿Y si lo secabas Lanso? Solo atiné a saludarla con un beso en la mejilla –¡hey! ¡Qué tal! Vine a dejar estas revistas y llevarme estos libritos… bueno Zombie, ya nos vamos- los ojos de su flaca reflejaban hogueras nazis tras detectar, ahora sí, que la cara de su adorado no podía lucir más muerta a pesar de su sonrisa. Salimos disparados.

La tarde siguiente timbró mi celular -oe ¿ya tas bien? ¿Qué fue? ¿Qué pasó? ¿Por qué tanta locura?-, -puta creo que fueron las hojuelas pasadas que me serví esa mañana, hasta ahora no lo entiendo, nunca me había pasado-, -¿y tu flaca?-, -eso mismo le dije-, -¿te creyó?-, -no le quedaba otra pero era mejor que no los viera-

-¿Qué lección hemos aprendido, niños?-, -¿que los hipsters son unos fumonazos?-, -¿que no debes leer más de tres libros sobre el conflicto armado interno?-, -¿que no es buena idea fumar un bomber casero bajo el sol del mediodía?-, -¿que no debes tomar agua con THC?-, -¿que las drogas son malas?-, -apanen a este, por favor- lo patearon hasta casi dejarlo moribundo –¡Nada de eso mis pequeños genios! Parece que ven por ver ustedes nomás…tienen que analizar lo sustancial-, -¿el cereal?-, -Claaaro, ya saben entonces, la moraleja que nos deja esta historia pendeja es:

“Jamás consumas cereal si pretendes lanzar (en bomber) ya que podrías buitrear sin parar…y eso, nicagando te va a gustar…”

Quedan advertidos…[1]

Ahora nos vamos a otra tanda comercial en este, el programa símbolo de los niños del siglo XXIII… ¡Weed science!-

[1] Aunque también deberían revisar la fecha de caducidad antes de consumir cualquier producto envasado…

 

Autor: Gonzalo Del Rosario

Trujillo-Perú-1986

Periodista cultural y docente de Literatura. Es autor de los libros de narrativa breve Cuentos pa’ kemarse (2008), Losocialystones (2010) y Mishky Stories (2011), así como de la novela corta Ven ten mi muerte (2012). Integró el híbrido cine-literario Tv-out (2009); y seleccionó a los autores de la antología Sobrevolando (2014) que publicó con su editorial 9 Monstruos.

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