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André sigue vivo por ahí

1

ayer volví a casa cansado y vi a la gripe tirada en mi cama con una frazada encima. Me miraba. Me hizo un lugar y me acosté. Hoy me despertó con un té con miel y después me acompañó a clase y se sentó adelante de todo. Tomaba nota muy atenta. “Oh, linda gripe” pensaba, “copiá por mí que ando débil”. Cuando terminó la clase ya no me sentía tan mal y la miré como diciendo "¿vamos?", pero ella coqueteaba con un compañero, le acariciaba el cuello y él estornudaba. Se fueron juntos y sentí celos. Ya abrí las ventanas, me bañé con agua fría y, descalzo, chupo frío para que vuelva a mis brazos.

2

agarrarse a piñas es de insensible. Me froto la oreja y pienso que ante la provocación de aquel extraño, debí mirarlo y respirar. Y después, juntando todas mis fuerzas, le pegaba unos besos que lo hacían estremecer hasta caer al piso y pedirme que pare, que se arrepentía. "Ya es tarde", le decía acariciándolo, "ahora te quiero mucho". Y le repartía besos en el ojo, en la frente, en las mejillas y le crecían frutillas. "Mermelada", susurraba y le lamía la cara.

3

dormía y empezó a sonar el timbre PIIIIIII PIIIIIIIIII. Voy al portero y escucho “¡flaco, podés dejar de hacer ruido!”. Y yo “no estoy haciendo ningún ruido, chau” y me vuelvo a acostar. Al rato timbre PIIIIIIIIII, yo “¿sí?” “¡DEJA DE HACER RUIDO PENDEJO HIJO DE RE MIL PUTA!”. Y no es que me deprima que me insulten en ayunas, pasa que me levanté medio enfermo por verme obligado a ir a un cumpleaños anoche y clavarme unos cuantos ferné que me cayeron como la torta con crema y duraznos tan fea que tuve que tragar entera por respeto a la señora que me la revoleó a la cara.

4

No sé si el vino es muy lindo o yo soy muy feo. Nos complementamos. Con gesto amoroso le estiro mis dedos, cae a la cama y nos acompañamos. Y pasa la noche y se va alejando al rincón, se queda ahí rendido, como si hubiésemos perdido una guerra. "Desertor" digo y le lanzo el corcho como un misil, y me duermo del lado oriental. A la mañana despierto en busca de paz. Y el saquito de té viene a rescatarme como un paracaídas.

Foto de Gabriel Piñeiro

 

Autor: André Demichelis

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