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Pausa o Muerte

No lo olvides, Montag, esto es lo más importante. Somos los Muchachos Felices, el Conjunto del Buen Humor, tú y yo, y todos los otros. Somos un dique contra esa pequeña marea que quiere entristecer el mundo con un conflicto de pensamientos y teorías.

Ray Bradbury, Fahrenheit 451.

En el preciso instante en que el discurso verborrágico y carente de sentido de nuestro simpático orador se tornó, no solo indescifrable, sino también interminable, se me ocurrió pensar qué sucedería si los embajadores de la felicidad política se ahogaran con su propio cinismo. Si al llegar a un grado tal de falsedad cínica insoportable para la dignidad humana, la palabra, con toda su vitalidad arrolladora, se sintiera tan ultrajada por la forma y para la finalidad que se la está utilizando, que no permitiera realizar un corte, un suspiro, una pausa para brindar aire a nuestro divulgador del diálogo.

La confianza y el apoyo incondicional que le brindaban sus súbditos políticos (asesores de imagen, redactores de discursos, ministros aduladores) le otorgó una liviandad y cierta soltura cuando comenzó su exposición. Se dirigió a sus destinatarios apelando a la insensible emotividad de siempre. Imploró unión, consenso y tranquilidad. Sedujo al público con mantenerse en una atmósfera de esperanza inerte. El tiempo se convirtió en su íntimo aliado. La espera en su más noble aficionada. Sin embargo, un componente fundamental de su estrategia —sino el más importante— no quiso ser parte de su lobotomía verbal: el propio lenguaje.

Al finalizar de pregonar uno de los últimos párrafos paupérrimamente estudiado, entre tartamudeo y repetición de incoherencias políticas, se dio lugar a la indicación de aplausos siempre tan presente en el proselitismo político. El final apoteósico se percibía en la atmósfera nauseabunda. Su miasma invadía a cada receptor. Una mezcla de esperanza muerta, emotividad repulsiva y anhelo de cambio vacío afloraban para asesinar todo pensamiento divergente. Los oyentes incurrieron en pensar que tal vez, después de todo, nuestro orador iluminado desbordaba credibilidad.

Exactamente en las líneas en que todo demagógico líder político no tiene que mostrar ni un ápice de incertidumbre, de vulnerabilidad, de flaqueza, sino todo lo contrario, demostrar confianza, entereza, liderazgo político, firmeza y credibilidad exhaustiva en sus palabras; justo en el momento en que el discurso se torna en una suerte de batalla épica viciada de deshonesta y descarada emotividad, nuestro venerado orador vomitó una tras otra, sin pausa alguna, las palabras medulares diagramadas y estudiadas que nutren de vida a su sermón pseudopolítico:

diálogo diálogo unión diálogo alegría unión esperanza argentinos argentinas esperanza alegría juntos equipo juntos consenso hablá de tus hijos compromiso sí se puede yes we can sí se puede yes we can cambiemos balcarce unión diálogo futuro alegría diálogo esperanza futuro esperanza hablá de tus hijos pobreza cero todas todos argentinos sí se puede yes we can transparencia futuro compromiso unión argentinos alegría alegría futuro todas diálogo argentinos unión alegría

La repetición incesante por más de dos minutos de las palabras mencionadas logró la trágica asfixia de nuestro orador. Nadie pudo hacer nada ante algo tan inesperado. Todo estaba metódicamente calculado, cada parte del discurso, cada pausa para dar bocanadas de aire a nuestro predicador como al propio sermón. Lo que no estaba planificado era el hastío, el disgusto, la extenuación y la intolerancia completa del lenguaje. Él, además de propiciar la asfixia del divulgador de la alegría política, no sólo no quiso ser partícipe de la falta de respeto a la dignidad humana, sino que se propuso determinantemente finalizar con cualquier vocero político inescrupuloso que intente tomar su lugar. De ahora en más, el cinismo, la demagogia y las execrables estrategias políticas serán sentenciadas con una asfixiante justicia lingüística.

Fuentes extraídas del Ministerio de la Felicidad:

  • “Este Gobierno va a combatir la corrupción, voy a ser implacable con aquellos que dejen de cumplir lo que nos dice la ley. Los bienes de la Argentina son para todos los argentinos y no para el uso incorrecto de los funcionarios”.

  • “En estos pocos meses de gobierno diría que mi ansiedad por hacer más cosas y más rápido me llevó a saltear mi compromiso de dialogar para generar entendimiento. En algunas cosas nos precipitamos”.

  • “El país lo vamos a sacar adelante entre todos, no dudo de nosotros”.

  • “Tenemos que sacar el enfrentamiento del centro de la escena. Los invito a aprender el arte del acuerdo”.

  • “Quiero reiterarles un mensaje de confianza, decirles que este gobierno que iniciamos hoy va a trabajar incansablemente los próximos cuatro años para que todos los argentinos, especialmente aquellos que más nos necesitan, al terminar estén viviendo mejor”.

  • “Quiero decirles que voy a seguir siendo el mismo: el que habla sencillo y con la verdad. Como Presidente quiero ser un ciudadano que se pueda comunicar con todos los argentinos”.

  • “Desde el fondo de mi corazón les digo que si nos unimos seremos imparables”.

  • “Esto ya lo leí”.

 

Autor: Ezequiel Buyatti

Ezequiel Buyatti escribe y coordina junto a Luna S. y Juan Ignacio Fernández López el sitio literario Punza, baterista en Antonio se hartó y estudiante de Letras en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA)

Facebook: Punza

Imagen de Pawel Kuczynski

 

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