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hay cierta levedad en el hombre rendido, una levedad tan incierta como una foto borrosa y por momentos pareciera que no queda más que resoplar en el desvelo debemos resignarnos a la levedad del encanto a la caravana del “debo” probablemente tengas lagañas en los ojos mientras estés leyendo esto seguramente hayas tomado suficiente café como para un mes y ese whatsapp que acaba de llegarte no es de la persona que esperás. yo quise arañar un pedazo de eternidad y volví con un par de costillas rotas y puñado de anécdotas malas. yo vago, vago por las calles el viento me hace arder, me ceba el alma, pero tá, está todo podrido yo no sé si buenos aires está muerta o en realidad es el entierro donde nos están sepultando de día solo se ven marchando a los muertos vivos y de noche andamos los muertos jugando a que estamos vivos pero solo estamos ebrios y con el corazón roto en este conglomerado de sanatás que es la vida. somos linyeras del amor, y nos enseñaron mal a amar. pero eso no es culpa mía ni tuya y ni toda la soberanía de tu aliento puede enseñarme a olvidar lo que nunca pasó. la cerveza pasa el vino pasa nos rendimos nos acostumbramos a rendirnos nos enamoramos de rendirnos ya recorrí estas calles ya recorrí estos versos el dolor es el mismo el enemigo somos nosotros mismos por qué se ríen esos cacos tirados en un rincón? porque no tienen nada que perder. ni nada que ganar.

 

Autor: Alejandro Puch

Facebook: Alejandro Puch

Imágenes:O. Guayasamín

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